Diario de León

QUERIDO MUNDO

Bergman yAntonioni

Publicado por
CARLOS G. REIGOSA
León

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¿POR QUÉ es tan difícil que los seres humanos se comuniquen de verdad y se entiendan entre sí? Los directores de cine Ingmar Bergman y Michelangelo Antonioni, fallecidos ambos esta semana, se pasaron la vida haciéndose esa pregunta. Y el resultado ha sido su magnífica obra cinematográfica. Bergman entronizó la soledad y la falta de entendimiento como una inevitable consecuencia del hecho de vivir. Dios no responde a nuestras preguntas -es un enigma indescifrable- y nosotros estamos muy lejos de cualquier perfección. Director de medio centenar de películas y ganador de seis Oscars, supo encontrar en el cine la manera de expresar sus propias inquietudes, angustias e introspecciones, convirtiéndolas en un brillante diálogo con todos nosotros. Un diálogo presidido por los propios silencios de la vida, esa parte que se nutre de preguntas sin respuestas, de temores sin explicación, de muertes sin sentido. Nos abandonó el lunes, a los 89 años. Ahora ya sabe lo que hay detrás de la última cortina. Un día después, el martes, se nos fue Michelangelo Antonioni, con 94 años de edad. Un director que retrató la incomunicación humana mejor -y más modernamente- que ningún otro. Maestro del neorrealismo -sin ser nunca creyente-, supo reflejar la preocupación de una nueva clase posproletaria que encontraba en la cultura las preguntas, pero no las respuestas. Sus silencios y sus tiempos muertos nos llenaban de un gozo cómplice en los años sesenta. Hoy, con nosotros ya más triviales, nos resultan algo agobiantes, aunque no menos magistrales. Nos sucede con él, como con Bergman, que ya nos hemos aburrido de dirigirnos a la incomunicación sin ningún resultado práctico, y hemos optado por orillarla y distraernos. Las personas seguimos siendo las mismas, tan poco ejemplares, y Dios continua en su perfecto silencio, pero algo esencial ha cambiado: ahora ya sabemos que no vamos a saber. Bergman y Antonioni nos hicieron incurrir en toda clase de reflexiones y nos condujeron hábilmente al atolladero de las preguntas. Ahora se han ido. Y esta vez nos han dejado menos perplejos. Hace tiempo que nos hemos rendido y ya no nos formulamos tan intensamente sus preguntas.

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