Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

¿Cuánto debemos?

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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ME REFIERO AL Ayuntamiento, que al fin y a la postre es el más genuino representante de la ciudadanía hispano-leonesa. Pues el Ayuntamiento en una de sus reuniones preliminares, que son sin duda, las más eficaces, porque todavía no ha invadido el cansancio o la imitación de sí mismos, ha movido los mecanismos normales para «auditar al Consistorio», hasta lograr saber exactamente cuánto debe, cuanto debemos y cuáles pudieran ser los medios más idóneos para sufragarles. En primer lugar creo que debiera aclararse si esta medida tiene algo que ver con las deudas que haya podido dejar al cabo de su gestión, la anterior municipalidad, porque no falta quien piensa, sugiere o denuncia si esta medida no tenderá a convertirse en una especie de investigación, en vista de algún culpable. Porque los municipios son así, cuando no saben de qué manera sacarle al contribuyente los dineros que necesita para sus ejercicios nada espirituales, tira de la Ley de Bases o de otros formularios igualmente manejados por los ayuntamientos, para dejar al vecino hecho un pasmo. Porque siempre que se produce un suceso análogo, sea la causa la que fuere, el Ayuntamiento sube impuestos o inventa tasas o simplemente pone multas.Y el Ayuntamiento de León, le gobierne quien le gobierne, no va a ser una excepción que confirma la regla. Se trata de averiguar la situación financiera real del Ayuntamiento actual, no de saber de dónde y a dónde fueron los dineros anteriores. Para lo cual, al modo de todo grupo legal de la economía y de la industria privada, se dirige a todos los ciudadanos y en especial a todas las industrias, organismos, organizaciones y cabildos para que en tan tremendo trance acudan en ayuda del Ayuntamiento, que es el suyo. Antes de que los contribuyentes lleguemos a sentir los efectos de esta medida operativa municipal, téngase presente que si mucho debe el Ayuntamiento, será debido, entre otras causas, al buen o mal manejo de los dineros del común, y eso no tiene remedio, ni pagando las deudas más gordas. Y si el Ayuntamiento se ve en tan rigurosa situación que le impide por el escaso fondo de su bolsa acudir a la creación de servicios y a la rebaja de impuestos, que serían medidas de misericordia dignas de aplauso, ya nos dirán ustedes lo que les sucede a los señores contribuyentes, que no tienen ya ni un céntimo para dar la limosna al ciego del acordeón¿ Y si bien es cuerdo que el Municipio invente o cree por las buenas una auditoría que les facilite la información sobre el vedadero estado de la circunscripción, también lo sería si el Ayuntamiento recién nacido se diera cuenta de que el que verdaderamente necesita los apoyos de la industria de los Organismos y de la Conferencia Episcopal, es el pueblo. El pueblo, señores de la Sala, que no pueden ya ni con la carga ni con la risa. El pueblo que teme, no sin fundamentos históricos, que si la tal Auditoría, cumpliendo con su deber, descubriera baches en blanco como para montar otro estadio para el golf de los valientes, lo más temible fuera que se dirigiera el resultado en forma de nueva contribución contra el humilde pueblo que le sigue los pasos.

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