Diario de León

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EN un pueblaco que no diré dónde, asediado por montañas de roca madre, hay una casa que llevaba muerta de alma veinte años... y uno que la compró hace tres le limpió las legañas y le ha abierto los ojos; ahora las ventanas parpadean su mirada al menos en verano y unos días en Navidad. Como alardea el nuevo dueño de amores y defensa de arquitecturas tradicionales, respetó el pellejo de fuera porque es piedrángano y sillar, pero en los adentros se dio toda licencia, arrasó usos y espacios, invitó a un decorador amigo y allí empezó el vacío, el vaciado, la vitrocerámica y el suelo radiante. La cuadra aneja la recreció, perdió su vieja cubierta, le encasquetó pizarra y lo que fue establo humilde con portilla de las de humillar los cuernos por no partirlos en el dintel, parece ahora caballeriza ducal con portón automático de negrillo barnizado tras el que se esconde el preceptivo toterreno y el consiguiente tocarrera . Del jardín de floripondio que montó en el viejo corral, mejor no hablar (el del vivero le coló hasta bambúes y una araucaria que estará difunta en dos heladas). El dueño deja claro su nacionalismo cazurro (y romo) por detalles dos; uno: desde hace un año tiene petada en el jardín una bandera de León que cada tarde arría en solemnidad, alineada allí la familia, mientras se canta «A la luz del cigarro» (de mañana la iza también con rito y pito, pero el tío es cuartelero en madrugar y no vi ganas de comprobarlo); y dos: quiere que tenga otro himno el rampante leonesismo, el auténtico, el suyo, que es de izquierdas, porque el otro es pura derechona, rebotados y pesebristas, dice el tío. Así que no vio mejor modo que pillar del rabo el sonsonete de La Internacional y calzarle letra de cuño o puño propio: «Arriba sólo los cazurros/en pie famélica legión/nosotros somos cazurristas/viva el rabo del león... Agrupémonos todos/en el huerto natal/ se alzan los pueblos/con La Intervecinal... Removamos todas las trabas/que oprimen al cazurrín/cambiemos el mundo de base/hundiendo a Valladolid (o sea, al imperio burgués)... Agrupémonos todos/en la esfera local...», y por ahí va el ripio. Y como son de izquierdas su toterreno y él, se fueron a los Oscos a ver al presidente para anunciarle oficialmente que el leonesismo ya no es sólo de derechas, sino rojo y progresista... como él y su himno.

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