CORNADA DE LOBO
El tontolhaba
LAS FIESTAS de Bilbao nunca son noticia por su fasto o alegrías del jolgorio, ni por los toros de la que se considera como la plaza más entendida, conspicua y cicatera en trofeos, sino por la bronca que se apareja por sistema y con programa desde un balcón sin bandera de la oprobiosa España a una calle que se plaga de trapo, grito y enseña: banderita, tú eres roja... o banderita, tú eres aspa... En alguna rinconada bilbaina unos borrocos que son ya barrocos colgaron un cartelón de gran tamaño con el logo oficial etarra, esto es, ese hacho y ese cuélebre que le encinta y que siempre me evocan el símbolo farmacéutico del culebrín enroscado en un cáliz, sólo que los mancebos de esta botica-bodega no dispensan aspirinas o esparadrapo, sino hostiazos en vinagre o masacres explosivas. Sin embargo, algún jefe de informativos debió considerar que aquel colgajo era noticia y lo estampó en su telediario; el presentador relataba: «un emblema de la organización etarra fue colocado en una calle de Bilbao, aunque fue retirado a los pocos minutos». O sea, que no surtió su efecto y tuvieron que ser muy pocos -y hastiados de paredes que vocean y amenazan- quienes lo guiparon, pero aquí es donde aparece la sensibilidad informativa del tontolhaba para completarle el trabajo a los del cartelón (y gratis, con inmenso altavoz y ecos multiplicados ad infinitum), pues si en aquella pared duró poco el repostero de marras y no lo vio nadie, para eso está su telediario donde lo clavó en pantalla a fin de que fueran millones quienes repescaran una noticia y una acción cagueta que no lo era ni por el forro. Listo el tío de la tele. El etarra, encantadísimo. El televidente, acojonado. Las alarmas, predicadas. El jefe de la capucha, dando brincos por lo barato que sale un grito de esquina que el tontolhaba asciende al minarete peninsular. Y así... Vale que en el veraneo no haya muchas noticias, pero la cosa tiene puta gracia, pues llega a parecer que quien combate lo etarra, a la vez lo necesita imperiosamente porque da mucho juego, audiencia y titular. Y porque ya son muchos los que opinan que detrás de la canalla reventona no hay sólo política turbia, sino una industria muy establecida que dice no a su reconversión proporcionando una interesante y agitadora munición informativa.