Diario de León
Publicado por
XOSÉ LUIS BARREIRO RIVAS
León

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DESDE QUE APRENDÍ el himno gallego, cuando Anxo Quintana aún no había nacido, siempre me interesé por la identidad de los «¿ iñorantes, / e féridos e duros, / imbéciles i escuros» que «non nos entenden non». Mientras los pinos de la «costa verdescente» se dedican a pregonar un hecho nacional que yace dormido en la ignorancia, la invertebración y el centralismo dogmático, el diario El Mundo confunde su rumoroso lamento para implicarlos en esa obsesión de los «neocons» que es el resurgir traicionero de las lenguas periféricas, a las que ellos atribuyen, asesorados por la Cope , la debilidad de España. De lo que bien se deduce que para hablar castellano, y convertirlo en lengua imperial, en modo alguno se necesita saber sintaxis ni identificar, entre múltiples oraciones subordinadas, dónde están el sujeto, el verbo y el predicado de la oración principal. ¡Im-presionante!, diría el de Ubrique. Pero lo grave del caso no es la visión desenfocada que se aplica a España desde el centro, o el grado de cultura y honestidad que adorna a los periodistas que no tienen la desgracia de ser provincianos. Lo que resulta tremendo es descubrir con qué instrumentos periodísticos se está reconstruyendo la idea de la España «una, grande y libre» que la Constitución quiso superar, y hasta qué punto se le da la razón a Rosa Regás cuando se muestra ácida ante el periodismo irrespirable que, con el pomposo nombre de «prensa nacional», nos cautiva como puros papanatas. Para los que dudan de la utilidad y conveniencia de enseñar el gallego, también debe quedar muy claro que cultura y lengua no siempre van unidas. Y, si tenemos fe en la lengua que hablamos y en la tierra que pisamos, más nos vale estar alerta ante la asquerosa campaña que se ha lanzado contra todo lo que significa identidad, cultura y opinión propia, en detrimento de las consignas imperiales que se lanzan y legitiman desde el cerro de los Ángeles. Porque a quien nos atribuye un himno excluyente, que habla de la «oscura pinocha arpada», escrito por un tal Arturo Pondal, seguro que les encandila, por tierno y constructivo, el himno de la Infantería y su mensaje de fondo: «Y la sangre enemiga en sus espadas, y la española sangre derramada, tu gloria y tus hazañas cantarán». Esos sí que son himnos¿, modernos, morales, integradores, aptos para todos los públicos. Porque están en perfecto castellano.

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