Diario de León

A LA ÚLTIMA

Desobediencia civil

Publicado por
JOSÉ RAMÓN AMOR PAN 1397124194
León

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ÚLTIMAMENTE se habla mucho del derecho a la objeción de conciencia a propósito de Educación para la Ciudadanía, una asignatura que se imparte en los colegios de 15 países de la UE (sin que la Iglesia haya dicho nunca nada), que propugna el Consejo de Europa y por la que todos habíamos suspirado largo tiempo (vayan, si no a las hemerotecas, y recojan los cientos de declaraciones quejándose de la falta de valores cívicos y la necesidad de que la escuela fuese algo más que transmisora de informaciones). Y hablan y arman todo este ruido sobre todo aquellos para los que «amar a la Iglesia» implica una actitud de silencio y aquiescencia que se confunde con uniformidad de criterio y obediencia sumisa a la autoridad, y que juegan con la comunidad eclesial ensalzando a sus amigos y marginando a aquellos que no piensan como ellos, manipulando supuestas amistades pontificias. Se habla del derecho a la objeción de conciencia; bien, utilicémoslo primero dentro de la Iglesia para responder a las necesidades del angustioso momento eclesial, y ya verán cómo el ejemplo cunde porque el testimonio y la coherencia valen más que mil batallas políticas. También conviene aclarar los conceptos pues, a diferencia de la desobediencia civil (que es un acto público, no violento, consciente y político, contrario a la ley y cometido con el propósito de ocasionar un cambio en dicha ley), la objeción de conciencia es un acto personal que carece de intencionalidad política. La objeción de conciencia simplemente persigue una excepción a un imperativo jurídico concreto y actual, porque éste choca con las propias convicciones morales de la persona. La objeción de conciencia tampoco busca publicidad ni adhesiones a su causa personal. La motivación de la objeción de conciencia se encuentra siempre en la sede individual e íntima de la conciencia humana: la motivación de la desobediencia civil es exclusivamente política. Por otra parte, el comportamiento característico del objetor suele consistir más en una omisión que en una acción. Surge un conflicto de conciencia cuando una persona está entre dos fuegos, cuando afronta dos exigencias morales en conflicto, ninguna de las cuales puede ser atendida sin un rechazo parcial de la otra. La tragedia de Antígona es un bello ejemplo de ello.

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