A LA ÚLTIMA
Pujol contra Franco
«CATALUÑA ESTÁ peor ahora que en tiempos de Franco; entonces los españoles no estaban envenenados aunque fuesen perseguidos y encarcelados. Cataluña está cansada de España porque es conciente de ser maltratada, de que es discriminada y sabe que de su actual crisis sólo España es responsable porque no ha cumplido con su parte del contrato y por consiguiente hago un llamamiento a no votar a sus responsables». Quien haya tenido la amabilidad de leer el párrafo anterior ha de saber que estas palabras (textuales) fueron pronunciadas por el ex president Jordi Pujol en una entrevista televisiva. No han salido ni de la boca de un cómico ni del señor Ángel Acebes sino de alguien que en el pasado reciente gozó de prestigio intelectual (merecido o simple operación de márketing) en todo el territorio nacional (español). Poca broma. Las palabras son un instrumento para construir frases e ideas. Con ellas se puede manipular, confundir y hasta matar; también construir, despertar el interés de la sociedad civil, mover a la crítica y autocrítica con el afán de superación constante. Con palabras se puede estimular el placer del debate racional o remover los intestinos hasta que crujan y suelten lo que les es propio. Finalmente las palabras son responsabilidad única de quien las pronuncia como lo son las consecuencias que se derivan. Lo que de verdad ponen de manifiesto las palabras señaladas arriba es el tradicional afán victimista de quien gobernó en Cataluña y que tanta rentabilidad le dio a sí mismo y a su partido; otro instrumento de manipulación en este caso para eludir responsabilidades y poner en marcha el ejercito intestinal de quienes hoy rondan los cuarenta años y que a falta de otros recursos más racionales que les fueron negados desde la base por el protagonista de esta columna , sus únicos recursos identitarios se circunscriben en el ámbito de los deportes y en la búsqueda de enemigos invisibles. Exactamente lo que (entre otras cosas) hizo Franco. Que esta nebulosa identitaria, falsa y peligrosa, ocupe el lugar del saber de los políticos nacionalistas de donde sea, significa un desprecio lamentable y atroz hacia el ciudadano, pero también evidencia el cutre populismo que tenemos que soportar.