Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Por pedir que no quede

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VICTORIANO CRÉMER
León

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EL REFRANERO DE ESPAÑA y por tanto también de León, es rico en contenido y en sugestiones. Cuando, por ejemplo, es un decir, llegado que es el período electoral, el viejo del lugar repite lo de que «en boca cerrada no entran moscas», o por añadidura y sentencia final: «Por la boca muere el pez», se está ejerciendo un curso de lingüística que no tiene nada que ver con lo del «lliunés», o como se deba decir en leonés o castellano español, y se entiende que se está aludiendo a la fórmula política de prometer y no dar «no descompone casa». Algunos de los políticos más enteros y constantes, que aparecían en el escenario como ejemplo de constancia y de entrega, anuncia que así que pasen no se sabe si meses o días, recogerá sus armas y se retirará del campo de batalla. Joaquín Otero, Secretario General del Partido, partido por gala en dos, de la Unión del Pueblo Leonés y demás vecinos, abandona el cargo o la carga de secretario general y se retira a sus cuarteles de invierno. Cabe decir, en honor a la verdad, que no se ha dado un político más entero, más contumaz, más dotado de estímulos reales que este berciano pasado por agua. Ha luchado con tal entereza que muchos suponíamos que no existiría fuerza capaz de rendirlo y menos aún de derribarle. Luchó contra la hegemonía de José María Rodríguez de Francisco, con tal denuedo que hizo temblar las cúpulas del partido que ambos iban creando a medida que el tiempo y la decadencia natural de los unos y de los otros, les permitía soñar con coronar un día de gloria. No pudo ser, y aunque De Francisco aparezca hoy lejos del mundanal ruido y su matador en trance de jubilación forzosa, después del Pacto del Alcalde de la Ciudad recién estrenado, con un vice Alcalde para los días festivos, siempre o al menos por mucho tiempo nos quedará el recuerdo, el gesto y la voz de este indomable Joaquín Otero, pugnando con los altos poderes de la Junta para conseguir que la situación de León no se vea reducida a la condición de chico de los recados. Y pide, pide, pide, hasta el último momento; y con acento dolorido, recurre al Presidente, Sr. Herrera, para que León no se vea postrado, ni reducido a la condición de sombra de Valladolid y sus afluentes. Estamos en el tiempo de las demandas. Y Joaquín Otero no se quiere retirar, como los toreros frustrados, cortándose la coleta, sino, por el contrario, pretende morir matando y en el Congreso que la Unión del Pueblo Leonés celebre por el mes de noviembre, que es mes de difuntos, dejará su cargo de Secretario General y abandonará los mandos de la nave en manos de los novísimos¿ Se han producido demasiados encuentros bélicos entre los unos y los otros para que Joaquín pensara en mantenerse en pie. Ha preferido retirarse con honra, que más vale honra sin cargo que cargo sin honra. Y lo que pretendíamos en este momento de las dolientes despedidas es que Joaquín Otero bien valía una misa. Amén.

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