A LA ÚLTIMA
A caballo regalado
DICE el refrán popular que «a caballo regalado no le mires el diente». Y prueba la Ciencia Política que, cumpliendo a rajatabla tan conocido apotegma, la mayor parte de los ciudadanos sólo miran con ojos críticos las medidas del Gobierno que se traducen en un coste inmediato, pero que jamás cuestionan lo que tiene costo indirecto o aplazado, o presenta la sutil textura de un maná caído del cielo. Por eso voy a tener ciertas dificultades para convencer a mi mujer de que los 210 que puede recibir mi hija para el alquiler de su piso nos los van a quitar por otro lado, y que no ganamos nada si, para darle una alegría a los jóvenes, nos dan un sablazo a los viejos o dejan que se deterioren nuestros sueldos O nuestras pensiones. A final de año, cuando hagamos las cuentas de las mujeres muertas por la violencia de género, nos van a decir que la ley es maravillosa, que somos ejemplo para el mundo, pero que falt an recursos. Pero este año no será verdad, porque antes de optar por resolver ese grave problema, se prefirió premiar con 2.500 euros a todos los recién nacidos, pobres o millonarios, y por darles 210 euros a los jóvenes que, siendo formalmente mileuristas, viajan en un potente coche que le regaló su papá. En España todavía quedan muchos pensionistas que cobran menos de 500 euros al mes, y que en todas las campañas electorales suscitan las más acendradas promesas. Pero en la campaña que viene esta promesa será como una burla, porque nuestro Gobierno ha decidido que es más competitiva una viuda de 74 años, que fue ama de casa, que un joven arquitecto de 27 años, que habla tres idiomas, viaja todos los años al extranjero y todos los fines de semana a la movida de Sanxenxo, y que está haciendo prácticas en el estudio de un tío suyo que le paga mil euros. Y por eso hemos decidido que al joven hay que solucionarle la papeleta -¡pobriño!-, mientras obligamos a la viuda a buscarse la vida, porque ella ya está emancipada y tiene mucha iniciativa de Dios. También seguiremos hablando del deterioro de la sanidad, del imposible cumplimiento de la ley de dependencia... La acción de gobierno tiene que ser congruente y progresiva y estoy seguro de que, a base de ocurrencias electoralistas y conejos de chistera, nunca va a salir un gran país ni una política social justa y duradera.