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Publicado por
LUIS ARTIGUE
León

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NO HACE FALTA SER conservador para saber que en la tradición está resumido todo el camino. Lo que somos y lo que estamos dejando de ser sin darnos cuenta se resume en esos elementos culturales -espirituales- de nuestra tierra, los cuales se han convertido ya un poco en reliquias tan sentimentales como míticas. Pero son nuestras cosas. Los ritos y palabras de nuestros antepasados. Lo que queda de otro tiempo que también quiere ser un poco el presente. Lo que queda de nosotros. Así en la lengua leonesa (o asturleonesa) -un idioma en apariencia agonizante pero que está lleno de naturalidad y suena a dioses silvestres, tierra fértil, agua fresca y gente que al atardecer brinda con malta de pastores- hay mucha más verdad de lo que parece superficialmente. Ahora el Ayuntamiento de León va a implantar el leonés como asignatura optativa en los colegios, sí, pero en mi opinión esta medida llega tan tarde que hoy en vez de una expresión de la justicia parece un acto de extravagancia¿ Bueno, el catalán, el vasco y el gallego no serían lo que son sin el apoyo institucional y constitucional que ostentan.... Del otro lado el leonés, tras tanto olvido, está dejando de ser una lengua para convertirse en un eco. Sí, hay que ser consciente de que el verdadero vehículo de normalización lingüística no es ninguna Real Academia sino la televisión, y la televisión, desde hace ya muchos años, ha ido humillando a nuestros «atrasados» abuelos porque «hablaban mal». De ese uniformador modo ha ido haciendo retroceder a esta lengua nuestra que, en este comienzo del siglo XXI, se ha convertido ya en un hermoso reducto del pasado, como una catedral. Pero en la lengua, como en las catedrales, está nuestra unión con el pasado y nuestra conexión con la eternidad. ¡Salvemos nuestra catedral de palabras! Y es que en el siglo XXI todo es política. El leonés ha tenido la mala fortuna de que León y Asturias no formen parte de la misma comunidad autónoma y, además, de que el Puerto con peaje de Pajares parezca otro muro de las lamentaciones dedicado a separar culturalmente, y de paso poner de espaldas, a Asturias y a León. De ese modo la lengua, que como nos enseñan las novelas de Xuan Bello entre otras cosas es seña de identidad, ha quedado diluida como nuestra identidad sobretodo por no tener aquí ninguna política lingüística. Por eso los esfuerzos municipales actuales por recuperar el leonés no son sólo un intento radical de reafirmación en nuestra identidad, sino también y sobre todo una amorosa mirada al pasado ancestral y a las raíces. El leonés, si no una vía de plena comunicación, al menos viene a ser hoy, como el latín clásico, un intentar potenciar el sentido de los vocablos y sonidos actuales ahora que vivimos una sobredosis constante de presente; ahora que todo se diluye y se equipara. Así el leonés no es ya sólo una lengua que no hay que dejar perder para que no se pierda parte de nuestra memoria y cultura: además preservarlo supone una lucha romántica en esta época en la que el conformismo nos resta vitalismo. El leonés es hermoso porque tiene el eco de lo de siempre. Tiene la utilidad de lo antiguo. Hay quien piensa que el apoyo a la lengua leonesa nos resta universalidad pero yo creo que mas bien nos enraíza y nos devuelve el orgullo maltratado por esa mentira histórica y política que es la Autonomía de Castilla y León -esta Autonomía en la que estamos, sí, pero de la que no somos-. Sí, recuperar el Leonés se parece a volver al pueblo a visitar la casa deshabitada donde crecimos. Se parece a abrir un arcón y encontrarse con las cosas; nuestras cosas. Y a mirar con nostalgia la escalera de madera y recordar a nuestros familiares ya muertos mientras creemos por un instante que, invisiblemente, aún siguen aquí¿ El leonés, invisible pero presente como nuestros familiares muertos, es un idioma en el que están hermanados el ayer y el esfuerzo por un mañana. En este mundo caótico resulta fácil perderse. Por eso bueno es recordar que no hace falta ser conservador para ser conciente de que en la tradición está resumido el camino.