Diario de León

EL OJO PÚBLICO

Cuenta atrás en el País Vasco

Publicado por
ROBERTO L. BLANCO VALDÉS
León

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ERAN muchos los que pensaban que el lendakari Ibarretxe nunca anunciará lo que ayer finalmente prometió: que convocará un referéndum sobre la autodeterminación el 25 de octubre del año 2008. También los forofos del presidente Zapatero, que se creyeron aquel cuanto chino de que su buenismo y su entrega a los nacionalismos harían desistir al lendakari de convocar una consulta radicalmente contraria a las previsiones de la Constitución y de la ley. Porque la consulta no sólo es disparatada e ilegal en sus contenidos (¿cómo preguntar a los vascos sobre algo que, de ser aprobado, supondría una violación flagrante del principio de unidad del Estado consagrado en la Constitución?) sino también en el procedimiento a través del cual pretende instrumentarse: una consulta popular que, sencillamente, nadie salvo el presidente del Gobierno, previamente autorizado por la mayoría absoluta del Congreso de los Diputados, puede convocar. Ibarretxe sabe que su convocatoria es ilegal pero, en el punto de radicalidad soberanista al que ha llegado, tal cosa le da igual. Como le da igual incumplir su compromiso, reiterado una y mil veces y ahora reinterpretado con argumentos de cutre leguleyo, de que nunca realizaría su consulta mientras ETA subsistiera. Que ETA subsiste es algo de lo que podrán informarle puntualmente los ertzainas que hace cuatro días vieron como la banda terrorista volaba sus cuarteles en Zarauz. Pero el lendakari argumenta ahora, ¡en el colmo del cinismo!, que no puede permitirse que ETA impida al pueblo vasco decidir sobre su futuro. Por ello está dispuesto a convocar un referéndum ilegal en el que los contrarios a la autodeterminación tendrían que hacer campaña con el riesgo cierto de ser asesinados o perseguidos por los pistoleros de una banda terrorista. ¿Se imaginan el espectáculo? Ibarretxe planteó ayer, con toda la solemnidad de una sesión parlamentaria, el que con seguridad constituye el más grave desafío con que ha tenido que enfrentarse la democracia española hasta la fecha. Sólo cabe ya esperar que ese renacido «Gobierno de España», que tenemos ahora hasta en la sopa, sepa estar a la altura de unas circunstancias tan extremadamente graves.

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