El caso de Peri Rossi

EL LAMENTABLE despido de la escritora y poeta uruguayana Cristina Peri Rossi de Catalunya Radio, emisora de la Generalitat y, en el actual gobierno, en manos de ERC por expresarse en castellano en las tertulias en las que participaba ha dado tres tipos de resultados. 1º: Unas amplias muestras de solidaridad en un manifiesto firmado por catedráticos, escritores, gente de a pie de Cataluña, de España y del mundo. De Benedetti, Vargas Llosa, a Ana María Moix o Jorge Herralde, editor de Anagrama, somos muchos los que hemos firmado por que hay cosas que no pueden tolerarse bajo ningún concepto, idea o bandera. Cataluña es plural, lo ha sido y lo seguirá siendo. 2º. Un corrillo mediático centralista, de alta fidelidad, definición y sueldo ha aprovechado la circunstancia para arremeter de nuevo contra Cataluña donde, según ellos, cada mañana nos desayunamos (todos) un castellano parlante con pan con tomate para acumular (repito: todos) el chute de energía necesario para ir luego a quemar fotos de S. M. el Rey. El corrillo es peligrosísimo. Su papel en el mundo consiste en alterar los hechos que nos proporciona la realidad objetiva, pintarlos de otra manera y publicitarlos como ciertos. De hacerlo una empresa publicitaria las cientos de organizaciones de consumidores que hay aquí y allá les habrían denunciado mil veces por la vía jurídica. ¿Quién defiende la dignidad de millones de catalanes (en este caso)? Está claro que el soplo divino ha preferido catalogarnos de ciudadanos consumidores con sus derechos de consumidores antes que como personas. Así, lo que también se denomina libertad de expresión no son más que productos tóxicos que circulan impunemente en el mercado salvaje de la opinión. 3º. Gracias a la intervención del president Montilla, el director de Catalunya Radio, Oleguer Sarsanedas, ha tenido que comerse el despido y llamar a C. Peri Rossi para tratar de resolver el problema, lo que demuestra que dicho señor poco obedece a su raciocinio y mucho obedece, en cambio, a la voz de su amo: los señores de ERC. Alguien debería denunciar muy seriamente que la indigencia intelectual de muchos en este país nuestro se paga a precio de oro en nombre de la libertad de expresión o de identidades nacionales en perpetua búsqueda de sí misma. De ahí tantos desastres.