Pese a que los especialistas hispanos mantienen que aún es mejorable en la donación en vivo
El sistema de transplantes español, modelo a seguir por toda Europa
Por contra 40.000 europeos pueblan las listas de espera y diez fallecen cada día sin verlo conseguido
«El sistema español de trasplantes es el mejor», dijo con naturalidad el presidente de la Sociedad Europea de Trasplante de Órganos, Bernard Charpentier, en el primer encuentro informativo del XIII Congreso de la SETO celebrado esta última semana en Praga. Y ese reconocimiento se repitió en el paralelo XV Congreso de la Organización Europea de Coordinadores de Trasplantes (OECT), que no le importó «recibir clases» hispanas sobre su Programa de Garantía de Calidad del Proceso de Donación, que antes de cumplir diez años ya está implantado en casi todos nuestros hospitales y está siendo «copiado» y adaptado por varios países de Europa y Latinoamérica. Entre los casi 4.000 especialistas reunidos en la capital checa, los más «críticos» fueron los propios españoles, convencidos de que nuestro modélico sistema aún puede, y debe, mejorarse. «El desarrollo de la donación de vivo sigue pendiente», advirtió el nefrólogo del Hospital Doce de Octubre madrileño Amado Andrés, que consideró «insuficiente» nuestro 5% actual, muy lejos de países europeos como Suecia, Grecia, Suiza, Noruega y Holanda, que oscilan entre el 38% y el 35%. En geografías más lejanas -a veces por condicionantes culturales o religiosos que «complican» la donación de cadáver--, Estados Unidos y Australia rondan el 40%, Brasil llega al 55% y Japón (84%) e Irán (90%) muestran porcentajes espectaculares. Al margen de posibles referencias cercanas (nuestros vecinos Francia y Portugal registran un 7% y 12% respectivamente), el nefrólogo del Hospital Clinic barcelonés Josep Maria Campistol se declaró convencido de que «podemos llegar al 10-15% en tres o cuatro años». Esa cifra «discreta» gana significado en un contexto de gran aprovechamiento de recursos como el español donde, por ejemplo, el 35% de los riñones procede ya de los llamados «donantes de criterios expandidos o marginales», sean personas mayores o fallecidos a quienes se extraen los órganos a corazón parado. En ambos casos se trata de no desperdiciar un solo órgano. Los de donantes mayores -Charpentier volvió a elogiar la experiencia hispana, con casos de 90 años, y recordó que el récord mundial está en 99 suelen utilizarse para receptores también de edad avanzada. En cuanto a los procedentes de personas diagnosticadas de muerte por cese irreversible del latido cardíaco, exigen una técnica depuradísima y la máxima coordinación para completar todo el proceso -permiso judicial y familiar, extracción y preservación-- antes de que la rápida degradación de los órganos los haga inservibles. A partir de esa modélica situación es cuando surge la necesidad de mejorar por otras vías, como la donación de vivo o, según señaló el nefrólogo Campistol para su especialidad, «la prolongación de la vida del injerto renal» con mejores tratamientos que eviten el rechazo crónico a medio y largo plazo. Amado Andrés subrayó por su parte la «necesidad de donantes jóvenes para los pacientes jóvenes», que son, junto a las personas del grupo sanguíneo cero, los peor «situados» en la lista de espera renal de 4.000 y cuyo trasplante llega a tardar dos años. Para el presidente de la SETO, el éxito del sistema español, está no sólo en que hay «muchos hospitales implicados», sino que «la población general está concienciada». En su país, añadió el francés Charpentier, muchas familias dicen no a la donación porque sienten una especie de «hostilidad del hospital», lo que convierte el asunto en un «problema social más que médico».