Diario de León

El acuerdo ha sido alcanzado por 190 países y ayudará a combatir el cambio climático

Se agilizará la eliminación de gases que perjudican la protectora capa de ozono

El Protocolo de Montreal es clave para la recuperación progresiva del ozono estratosférico

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M. A. Pérez - león
León

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Después de una semana de reuniones, los representantes de más de 190 países reunidos en Canadá han aprobado por unanimidad acelerar la eliminación de los gases causantes del deterioro de la capa de ozono. Este acuerdo supone ampliar el Protocolo de Montreal (1987), que recoge medidas concretas como prohibir la fabricación de más de 90 sustancias que colaboraban al deterioro del ozono y potenciar la investigación, desarrollo y fabricación de otras que lo preservasen. A mediados de la década de 1970 se descubrió que la liberación a la atmósfera de algunos componentes químicos como los (CFC), usados en refrigeración, acondicionamiento o equipos contra incendios, podían destruir el ozono provocando la aparición de agujeros en los polos. Además, los investigadores detectaron que a comienzos de la primavera y sobre la Antártida los niveles de ozono comenzaban a disminuir alarmantemente, sobretodo durante un corto periodo de tiempo. El fenómeno fue conocido como «agujero de la capa de ozono» y cada año ha ido ganando en extensión la zona abarcada y en duración el tiempo que tarda en alcanzar los niveles normales. La pérdida del ozono también se relacionó con un incremento de casos de cáncer de piel, patologías pulmonares, cataratas, debilitamiento del sistema inmunitario y disminución de la productividad vegetal. En el Protocolo de Montreal se acordó sustituir los CFC por los (HCFC), menos perjudiciales para el ozono, aunque también contribuyen al efecto invernadero, poniendo como tope el año 2030 en los países desarrollados, para su producción y consumo, y una década más tarde para los que están en vías de desarrollo. Con el nuevo acuerdo se acelera ese calendario. De esta forma, los primeros deberán reducir los HCFC el 75% en el año 2010 y el 90% en el 2015, desapareciendo totalmente cinco años más tarde. En cuanto a los segundos, el descenso será de un 10% en 2015, de un 35% en 2020 y de un 70% en 2025, siendo eliminados completamente en el año 2030. El acuerdo también contempla autorizar exenciones para «uso crítico» de bromuro de metilo, un pesticida que debilita la capa de ozono y cuyo uso debería concluir en los países desarrollados en el año 2025 y, además, elaborar un informe en el que se establezcan los costes de la aceleración. Un gas con dos caras Dependiendo de la altitud a la que se encuentre en la atmósfera, el ozono puede tener efectos beneficiosos o perjudiciales para los seres vivos. El ozono que se genera en la estratosfera (entre 12 y 40 kilómetros de altura) es imprescindible para la vida en la Tierra ya que nos protege de la radiación ultravioleta procedente del Sol. Es la conocida como «capa de ozono». El ozono de la troposfera (el aire que respiramos), es un contaminante que afecta a la salud de las personas, animales y plantas. Aparece especialmente en verano y se origina tras complejas reacciones químicas influidas por la luz solar, la temperatura, la humedad o la presión a partir de los óxidos de nitrógeno, el dióxido de azufre y el monóxido de carbono, procedentes de los derivados del petróleo, y emitidos por los automóviles. Estas sustancias precursoras del ozono se producen en las zonas urbanas e industriales de las grandes ciudades. Sin embargo, como la atmósfera está en continuo movimiento y el ozono tarda un tiempo en formarse, el gas suele acumularse fuera de los focos emisores, en áreas periurbanas y rurales.

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