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EN LENGUA cerrada no entran ratones de archivo o salteadores de despensa. ¿Es lengua lo que llaman leonés, lleonés, lleounés o llionés, pues ni a la hora de bautizar a esta niña mora llegan a un mínimo acuerdo?... ¿o es una era pirulera donde poder atar la burra del heraldo y trillar cada cual su parva?... Cuando el político es funcionario de su chollo (funcionario: dícese de aquella persona que siempre encuentra un problema para cada solución) acabará encontrando o inventando un río allí donde se empeñó en hacer un puente que nadie pidió; y si no hay agua, que corran lágrimas en torrente o sangres de anilina, pero el puente se hace, que para eso lo había acordado y adjudicado ya a un ensillador de construcciones y apaños innecesarios. Con la lengua leonesa ocurre como con el puente, aunque en este caso será puente redondo que nos devolverá al incierto origen, a la noria seca y a ninguna parte, pero nos tendrá mareados un rato largo dando vueltas a lo bobo, a lo romo, a lo redondo... y a lo picudo. En el untamiento de la capital se han puesto a jugar con la lengua y con el leonés, palabrinas estampadas en formularios (y en estampida han puesto al sentido común y a la lógica). Ha sido la gracieta de los fatos, una exploración con espaditas de palo ensayando una batallita innecesaria que alimente después una guerra que ellos mismos se inventan y ansían. Fatos y fatas, pero comegaspies y peligrosines, porque ese totalitarismo con que han querido imponer en este caso el supuesto «leonés» sobre el español (que mandan al desván con insulto a esa totalidad del pueblo llano que no lleounea), es un alarde fascistilla y majadero de los perseguibles de oficio, de los que dan vergüenza y de los que exigen dimisión, retirada y pertinente esbuevación, siquiera sea por adelantarnos al ancho mundo y vecindad que ya se está riendo de nosotros y de estos sarpullidos nacionaleros que sólo pillan cacho si se cuelgan del trapo, se inventan una lengua injuriada y se piden un tambor. Que les den una pelota, y como mucho, con sus punterazos de almadreña sólo romperán cristales en el patio colegial donde dicen estar sitiados... y sublevados contra la tiza de la pizarra que escribe letras para entenderse y no para complicarse, confundirse... o colocarse (cosa que, al fin y al cabo, es la madre de este cordero... y de la borrega).