Diario de León
Publicado por
Antonio Núñez
León

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LAS TEORÍAS sobre el calentamiento global y el cambio climático le han valido al ex vicepresidente gringo Al Gore el premio Nobel de la Paz, si bien algunos seguimos pensando que, calentón por calentón, deberían habérselo dado a su antiguo señorito, el ex presidente Clinton. La rubia Hillary y la morena Lewinsky son de la misma opinión, aunque no la madre Teresa de Calcuta, otra colegui Nobel, pero para la que el amor a la humanidad era otra cosa. También se muestra escéptico a la gallega sobre los méritos de Gore el presidente del PP, señor Rajoy, que tiene un primo catedrático de Física Teórica y, como tal, especialista en ecuaciones sobre fluidos líquidos, gaseosos y demás material tangible, el cual le ha asesorado a la gallega más o menos así: «¿Si ni tú ni yo sabemos qué tiempo va a hacer mañana en Orense, cómo es que viene un forastero a decirnos que saquemos o no el paraguas dentro de trescientos años?». Con la llegada del Nobel a España la prensa biempensante ha puesto a escurrir a Mariano y a toda su parentela -la madre que los parió, dicen las crónicas más paternalistas- mientras ellos siguen esperando a ver si escampan las críticas. Con ánimo de aclararse y después de templar gaitas en la crispación preelectoral servidor se acercó ayer al kiosko y pidió el C alendario Zaragozano de toda la vida, fundado en 1840 y el de más circulación antes de que empezara a circular el vídeo del americano. Si es por credibilidad, allá se irán los dos, pero los precios no tienen comparanza. El almanaque maño cuesta la módica cantidad de 1,2 euros, en tanto que una conferencia magistral de Gore salió el otro día en Sevilla por cerca de cincuenta millones de las ya nubladas pesetinas, libres de impuestos para él, pero no de los nuestros porque pagaba el Gobierno. Como el poder adquisitivo en una profesión como el periodismo es aún más relativo que el clima y nunca se sabe cuándo te van a meter a remojo, en tocante a la polémica entre Gore y Mariano, me limito a reproducir las predicciones mañicas. Si va a llover de aquí a enero no lo sé, porque la edición de este año está agotada. Aunque lo más probable es que nieve, como toda la vida. De ahí en adelante el Calendario Zaragozano dice que el 2008, además de bisiesto, va a ser un buen año de chorizos, cecinas y botillos, porque se anuncian meses fríos, pero secos, hasta por lo menos marzo. Después de las elecciones Dios dirá. Para abril, textualmente, se lee que habrá «tiempo embarrado y vario, los nublados tendrán aspecto tumultuoso, siendo de temer si los vientos se fijan en el noreste». Si esto no es describir con antelación más negociaciones con Eta y el referendun de Ibarretxe en el Golfo de Vizcaya, es como oír a Mariano Medina y no es porque lo diga yo. Al Gore, el multimillonario defensor de la capa de ozono, viaja por el mundo en un jet privado, tiene una mina de zinc que en cuanto a contaminación deja a Victorino, el de la MSP como un pichón -se dice por la cagada medioambiental, con perdón- y habita una mansión en su pueblo que, sólo en luz, cuesta 25.000 euros al año. En su descargo dijo la ministra Narbona que, cuando llegó a España, no se había dejado ninguna bombilla encendida. Llueva o no el año que viene, sobre lo único que no pone nada el calendario del Ebro es de los topillos, el Inteco, el AVE o la Ciudad de la Energía para los del Bierzo. Y se avisa todo esto por si tenemos que comer musarañas, sobrevivir virtualmente, hay que salir zumbando o ponerse este invierno tres pares de calcetines. En este tipo de premoniciones lo prudente es no tentar al destino como bien dice el primo de Rajoy, físico que no cree en Al Gore ni en las meigas y al que es posible que se le desparrame la leche en las próximas elecciones, porque, haberlas, haylas. O también pudiera ser al revés, porque la política, al igual que la meteorología no es una ciencia exacta y podría dar la vuelta la tortilla con la gente harta de tantos huevos como ha roto Zapatero para hacer tortilla como diría un francés. Por lo demás y volviendo a la política, lo más fiable del Calendario Zaragozano es el refranero. «Frío en invierno y calor en verano, esto es lo sano», dice el dicho más clásico. y otro referido seguramente a los premios Nobel que se dan a lo bobo: «No discutais con un tonto, ya que es muy fácil que te pueda confundir». Respecto a la socorrida polémica sobre el tiempo que va a hacer hay también un tercer refrán que podría consolar mucho a los políticos con un «bendito el tiempo en el que se puede perder el tiempo». Pero el mejor, sin duda, es el de «buscais cinco pies al gato y no tiene más que cuatro». Y paro ya porque esta noche va a helar y tengo que encender la calefacción.

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