Diario de León
Publicado por
Antonio Núñez
León

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O DE MAL agüero. Parece que el Gobierno le hubiera adjudicado el AVE a un especialista a lo bestia, como Francisco Hernando, de alias Paco el Pocero , que todo lo hace a lo grande, si bien su reputación en pifias quede un tanto enana en comparación con los magnos túneles y socavones del tren de Barcelona. El otro día, sin sir más lejos, Zapatero visitó la ciudad sede del Barça para pedir disculpas y, nada más llegar, inauguró el agujero número trece en el enésimo andén de la estación de Hospitalet. Con esos números y nombres yo que él tocaría madera. Por una vez los catalanes nos ganan a los cazurros en catástrofes mediáticas. Hasta ahora ellos salían en la tele por los goles de Messi y Ronaldinho, los gorgoritos de la Caballé y los resbalones de la familia real en Baqueira Beret, mientras que nosotros teníamos que mendigar en la cola del telediario un modesto titular, siempre el mismo, que se repite invariablemente todos los inviernos: «ochenta y tantos pueblos aislados por la nieve en la provincia de León, donde los helicópteros de emergencias han tenido que rescatar a tres vecinos, a saber una parturienta, otro con apendicitis y un finado que no podía llegar al cementerio espalando». Dicen los periódicos que lo de aquí es por falta de quitanieves de parte de la Diputación y lo de allá por una secular carencia de inversiones estatales en infraestructuras. Ya quisieran los de Caín que el Gobierno les pusiera, aunque fuera sólo este año, una carretera en condiciones para tirar de una vez la pala a la cuneta. O regalársela a los catalanes, incluso gratis, valga para ellos la redundancia. Si el president Montilla lo prefiere, hacemos la prueba al revés, también en ferrocarriles de cercanías. Le cambiamos todos sus trenes por el trenillo de vía estrecha de Matallana, que, ese sí, estuvo más de dos años en paro cuando el penúltimo Gobierno del PSOE, lo que no fue obstáculo, aunque parezca mentira, para que Zapatero haya llegado a donde ha llegado. Es posible que el AVE sea gafe. El primero que hizo Felipe González hasta Sevilla, que es su pueblo, costó una pila de comisiones subterráneas y denuncias de corrupción. El sindicato de maquinistas todavía se acordará de los maletines convolutos que cargaban las máquinas Siemens para acá vía Francia y Alemania. Y todavía este verano la chapuza era tal que en Madrid no podías pagar el billete con la visa, sino a tocateja, o por lo menos eso fue lo que le pasó a un servidor en julio, que, crédito no sé, pero menos mal que algo de saldo le quedaba aun en la cuenta corriente de la vida. Dicen también que en el AVE de Málaga hay un túnel conocido jocosamente por los ferroviarios como «el del lavado» por la cantidad de goteras e inundaciones que acopia y el sinnúmero de capas freáticas que ha dejado secas. A lo mejor la ministra de Medio Ambiente, señora Narbona, puede recuperar el trasvase del Ebro aprovechando tuberas y vías de Tarrasa para abajo. Y en Valladolid, como no les ha dado tiempo a cavar no sé qué túnel, quieren inaugurar el nuevo tren antes de las elecciones, pero por arriba, con unas cuantas traviesas que luego habrá que quitar para reponerlas en serio por abajo, lo mismo que las locomotoras a medio gas, las cuales, por cierto, ya andan por León de maniobras y dando el pego, como la Unidad Militar de Emergencias (UME) este año que no ha habido inundaciones ni incendios forestales. Otros que ni fu ni fa. Ha llorado muy mucho esta semana -el que no llora no mama- la sagrada familia del nacionalismo catalán con lo de los túneles que se hunden o abomban en Barcelona. Pero viven en el centro. Más crudo lo tienen, en cambio, los charnegos currantes de la periferia que votan a Montilla y tienen que coger a diario el convoy para ir al tajo. Y lo de cercanías es un decir, será por lo de las urnas, porque la mayoría son charnegos de largo recorrigo llegados de Murcia, Andalucía, Zaragoza y más de uno de Astorga. A estas alturas del proyecto no puede uno menos que rezar por la suerte de los túneles de Pajares, que, cuando hay suerte, naufragan en la tira de manantiales de La Pola de Gordón y, cuando no, se retrasan embarrancando en duras rocas calizas astures. En honor de los ingenieros hay que decir que es difícil hundir más el proyecto, tanto en agua como en seco. «AVE, María Purísima», dicen que predica ahora a la feligresía el cura Anexio, mismo al lado de las barreras del paso a nivel del Crucero, gracias a las cuales tiene todavía la puerta de la iglesia de bote en bote, aunque, eso sí, de conductores cabreados. Y el jueves de Todos los Santos remató el sermón, tras repasar la última epístola de Zapatero sobre el soterramiento del ferrocarril con un «iZ en paZ». SálveZe quien pueda.

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