Nieve en los altos, noviembre

Después de un año en el que la hierba y las flores crecían en invierno, llovía sin cesar en junio y julio hacía tiritar, nada que ocurra en noviembre debe pillar por sorpresa. Ni que el termómetro supere los 22 grados centígrados, como sucede en las últimas jornadas. Sólo el desplome de temperaturas al atardecer devuelve a la realidad al peatón, que aprovecha hasta el crepúsculo para bañarse al sol del otoño. Sol para hartarse, molesto, incluso en la franja del mediodía. El contraste aparece en los partes meteorológicos, con previsiones certeras sobre temperaturas en las que median más de 20 grados centígrados de diferencia entre máximas y mínimas. Así no abundan los hongos, se disculpan expertos y promotores de sociedades micológicas, que esperaban que la humedad volviera a reproducir este otoño las condiciones idóneas para dar rienda suelta a su afición. Al calor inusual a caballo entre octubre y noviembre, inusual al menos en los niveles que se registran estos días, le acompañan las heladas nocturnas que pintan los tejados leoneses de color del invierno. Sólo en este flanco han fallado los cálculos de temperaturas para León, en donde las mínimas se escapan tres, cinco o siete grados -según el punto de la provincia- más abajo de lo que marcan las previsiones. El fenómeno toma las conversaciones de ascensor y de encuentro inesperado con el semáforo en rojo; basta con mirar las sombras o refugiarse en ellas para encontrar argumentos de conversación, nada trivial por lo que se ve. Como sucedió en el 2006, que dejó en noviembre medias de temperatura de hasta 2,5 grados por encima del registro habitual de este mes. «Muy cálido en León», se subraya en el informe del Instituto Nacional de Meteorología que hace referencia a los acontecimientos del clima en el mes once del pasado año. El precedente se pone del lado de quienes creen que los desfases entre el calendario y el tiempo -nieve en los altos, noviembre, enseñaban antes las cartillas escolares- es más falta de coincidencia que testigo de cargo de eso que se llaman cambio climático en un concepto nada coloquial. Ahí está san Martín, a la vuelta de la esquina, a siete días vista, con su veranillo a la espalda dispuesto a despejar dudas y poner de acuerdo a los dos extremos de opinión que corren ahora sobre el fenómeno caluroso que ha saludado noviembre, con el vermut en la terraza y la tarde de balón, paseo y bicicleta. La previsión de bonanza se prorroga a la segunda semana del mes. Hoy se volverán a alcanzar los 20 grados en León, si el Instituto Nacional de Meteorología se mantiene igual de atinado. No hace falta que teman los agoreros por el frío, clave en el tiempo de matanzas que ya ha llegado, que siempre hay refrán apropiado para saldar incertidumbres en torno a los fenómenos climatológicos: «veranillo de san Martín, dura tres días y fin». Así lo corrobora el INM, que pronostica una caída de las temperaturas máximas desde el miércoles. Como si con el refrán no fuera suficiente.