Diario de León

QUERIDO MUNDO

El coraje de la ministra

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CARLOS G. REIGOSA
León

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NO SE me va de la cabeza la frase de nuestra ministra de Fomento, Magdalena Álvarez cuando, hace unos días, rechazó dimitir. «Correr es de cobardes», dijo. Y yo creo que ésta es la explicación de casi todo y, por supuesto, también del retraso de nuestro AVE. A Magdalena Álvarez le parece de cobardes correr y no corre. Así que paciencia y barajar. Porque eso quiere decir que ella no se va a ir, excepto si Zapatero la releva. Lo suyo se llama pundonor en el apego al cargo, algo de lo que en España hay de sobra. Porque -los gallegos lo sabemos bien- la ministra nos haría un gran favor a todos dejando que alguien más competente y con mejores modales ocupase su lugar. Tengo en su contra que, desde el principio de la legislatura, dejó ver su intención de relegar el AVE gallego. Ninguna prisa porque «correr es de cobardes», y ella se presentó como una mujer valiente capaz de echar por tierra los planes trazados por el abrupto y bizarro Álvarez Cascos. Y lo hizo, llevándose por delante, para empezar, los plazos comprometidos en el famoso Plan Galicia, para ella inexistente. Luego vinieron sus declaraciones sobre «el Plan Galicia de mier...», y la cuestión ya quedó clara. Ahora la ministra está fajándose con los catalanes y demostrándoles que, se pongan como se pongan, ella no corre. Y los catalanes, que tienen el «seny» como seña de identidad, se están pasando a la «rauxa», que es la forma que tienen de mostrar su talento extremo cuando se llaman Salvador Dalí o de mostrar su rebeldía sorda cuando simplemente se cabrean con unos trenes de cercanías que parecen de lejanías. No digo que Zapatero deba destituir ahora a Magdalena Álvarez. Ya se sabe que, en nuestra política miope, basta que lo pidan casi todos para que no pueda ser, porque se entendería como una debilidad. ¡Paparruchadas! La realidad es que la ministra de Fomento le llegó a Zapatero en la cuota andaluza y ella se ha dedicado a cumplir con su comunidad autonómica. Creo que es allí donde todavía nadie ha pedido su dimisión. Algo es algo. En Cataluña y en Galicia es difícil defender su labor a lo largo de la legislatura. Y es una pena, porque, casi por el mismo precio, podía haberse hecho bien.

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