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La plataforma contra el abuso de psicofármacos critica el abuso

España es el tercer país que más ansiolíticos receta a los niños

Los profesionales advierten de que algunos fármacos no están diseñados para pequeños

La mayoría de los ansiolíticos que se dan a los niños están pensados para adultos

Publicado por
Rafael Herrero - madrid
León

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Es ya un lugar común que las sociedades modernas tapan las carencias que provocan en los ciudadanos con píldoras. Tendencia que se convierte en muy peligrosa cuando revierte en los menores, el escalón más indefenso de la población, a quienes pésimos diagnósticos les convierten en víctimas de un uso intensivo de psicofármacos. Un «abuso alarmante e injustificado» donde el trastorno por déficit de atención e hiperactividad es la punta del iceberg, según denuncia la denominada Plataforma Humanista contra el Abuso de Psicofármacos en los niños. Esta organización convocó el pasado día 3 de noviembre una concentración ante el Ministerio de Sanidad, y ha denunciado la situación al Defensor del Pueblo. La plataforma está integrada, entre otras organizaciones, por el Foro Humanista de la Salud, la Comunidad para el Desarrollo Humano, el Centro de las Culturas, Educadores por la No Violencia o Enfermeros sin Fronteras, además de padres, profesores y profesionales del mundo de la salud. El uso de psicofármacos en niños «ha crecido de modo alarmante» en nuestro país, y lo demuestra el dato de que «España ocupa el tercer lugar, por detrás de Canadá y EE.UU., en número de prescripciones de antidepresivos y ansiolíticos a la población infantil», dice Ángel Pascual, portavoz de la plataforma y médico de atención primaria. En su mayoría, esta medicinas «no han sido nunca previamente ensayadas con niños», lo que implica la posibilidad de efectos secundarios «imprevisibles». Dificultades comunes Por desgracia, sostiene Pascual, ya no es raro que niños y adolescentes se vean abocados al consumo de «psicodrogas» para superar dificultades evolutivas comunes, pero que ahora son catalogadas como «trastornos de conducta». Esta supuesta sintomatología se obtiene diagnosticando como patológica «la normal necesidad del niño de atención, movimiento, juego y habla». «Los niños no pueden ser silenciados ni paralizados sino a costa de su desarrollo físico, emocional e intelectual», agrega. «Los niños no están preparados para estas medicinas», subraya Pascual. Los psicofármacos parecen funcionar bien porque tapan los síntomas, «calman a los niños, aprenden a estudiar, se llevan bien con amigos y familia», pero a largo plazo reducen la inquietud y creación intelectual de los menores, generan un bloqueo emocional y, en definitiva, disminuyen la necesidad y las ganas de vivir. «A largo plazo, el tratamiento con anfetaminas para tratar a los niños presenta, al menos, 30 efectos secundarios, desde el aturdimiento hasta la psicosis, pudiendo llegar al suicidio».

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