Diario de León

LITURGIA DOMINICAL

Creer en la vida eterna

Publicado por
JUAN CARLOS FERNÁNDEZ MENES
León

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No rE SULTA fácil para todos creer en la otra vida. Unos viven tan bien que difícilmente pueden imaginar otra vida mejor. Otros viven tan sumidos en la pobreza que ni les dejamos imaginación para pensar en otra vida. A pesar de todo, son muchos los que, tarde o temprano y por distintas razones, reconocen que esto no es vida. ¿Hay otra vida? Los creyentes confesamos otra vida, la vida eterna. Sin embargo, y contrariamente a las acusaciones contra los creyentes, la fe en la vida eterna, en la otra vida, resulta ser una de las pocas actitudes razonables, pues no podemos vivir como si no tuviéramos que morir, pero ¿podemos vivir para morir? La fe en la otra vida se presenta, desde un punto de vista puramente racional, como la única salvación para los vencidos. Y todos estamos vencidos de antemano por nuestro común enemigo que es la muerte. Sin esa fe, salvación de los vencidos, la historia sería sólo la crónica de los vencedores, de los que no dudan en matar para conseguir sus propósitos. Si la vida termina con la muerte, matar es la solución final. ¿Tienen razón los homicidas? De otra parte, la fe en la otra vida es la única que puede dar sentido humano a la historia y al progreso. Si la muerte es el final absoluto, la historia humana no es distinta de una historia natural, en la que los individuos mueren en beneficio de la especie. De donde se seguiría el absurdo de que los máximos luchadores por la libertad y la justicia serían sacrificados sistemáticamente para que un día -¿cuándo?- haya una humanidad libre. Pero, ¿qué significa la humanidad si hay que eliminar de ella a los mejores hombres? Hay otra vida, es decir, otra forma de vivir. Y son muchos los que buscan y se esfuerzan en esta alternativa. Pero los creyentes confesamos, además, que hay otra vida, absolutamente otra, impensable e inimaginable, que sólo podemos creer y esperar. El cristiano dispone de una certeza: Dios ha resucitado a su Hijo Jesús. Éste triunfa del dominio de la muerte. Todo aquel que se une al combate de Cristo, por la fe, participará de su victoria. Aquí se abre la perspectiva de la esperanza. La fe en la resurrección es la fuente de la valentía. En medio de una sociedad que parece a veces bloqueada en la perspectiva terrena, hoy se nos urge a que sepamos alzar la mirada y recordemos cuál es la meta de nuestro camino. La fe en la vida a la que Dios nos destina, tal como nos ha asegurado Jesucristo, es la que ha dado luz y fuerza a tantos millones de personas a lo largo de la historia. Sigue siendo un misterio. No pretendemos imaginar cómo es el más allá. Pero creemos a Cristo Jesús, que nos asegura que los que se incorporan a él, vivirán para siempre.

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