Diario de León

El paisanaje

Cumbre del desguace

Publicado por
Antonio Núñez
León

Creado:

Actualizado:

EN LA CASA de cultura de Trobajo del Cerecedo, a tiro de piedra de la mía, hay un baile dominical de jubilados conocido como «el desguace», y a mucha honra, por razones obvias. Pero no vea usted qué marcha la de los viejos. Suben gratis al busi número 8, se marcan un pasodoble torero y como mínimo la mitad vuelven enrollados y cogidos de la mano de la otra mitad. A la vejez viruelas. Tal es la movida que, cuando a uno de ellos, hará unos dos años, le subió en exceso la bilirrubina y la tensión emocional sin necesidad de viagra hubo que aparcarlo en la parada de la salida del pueblo, incordio que acabó en una parada cardiaca fulminante. En León ha tenido lugar esta semana una cumbre de la ONU sobre los problemas que plantea el envejecimiento de la población, a la cual han asistido treinta ministros y trescientos expertos mundiales en la materia. El evento se celebró en los altos salones del Hostal de San Marcos debatiendo que si patatín y patatán, sin que ninguno se acercara al desguace de Trobajo para hacer un trabajo de campo. Expertos no sé, pero para el vecindario no pasan de ser charlatanes o, como mucho, teóricos de laboratorio. Por el precio que ha costado esta jota internacional los de Trobajo hubieran organizado un botellón y todavía habría dado para una paga extra en las pensiones por Navidad para amolar los últimos dientes de parte del turrón Gobierno. Ya sólo les falta a los jubiletas que en el baile repartan, encima, condones para menopáusicos con el discreto y apolítico lema «vota a Zapatero y jode a Mariano». Los jubilados de Trobajo, que suelen acercarse hasta la plaza de San Marcos a falta de cosa mejor que hacer para matar el tiempo, juran por sus nietos que lo de esta semana ha sido « una passada, jo, tío », aunque la musiquilla electoral era una murga que ya les sonaba de antiguo, buenos son ellos y para memoria histórica la suya. Algunas conclusiones a las que se han llegado en el Hostal de San Marcos parecen razonables, como las de Alexandre Sidorenko -con ese apellido, a ponerse todo quisqui el calcetín, digo el condón- según el cual «el envejecimiento no es ningún problema, sino, como máximo, una buena circunstancia de la vida». Este tío llegará a Nobel de la Paz y no como su paisano Tolstoy. No menos científicas han sido las disquisiciones metafísicas de la paisana Secretaria de Estado de Cooperación, doña Leire Pajín, que, subida con 28 añines a tan alto cargo, ha descubierto ahora, a los 31 tacos, que «la esperanza de vida de un europeo es de 80 años, pero en Zimbawe apenas llega a 36». Como para echarse novio. Si es por dar ideas para la próxima cumbre mundial se ofrece modestamente desde aquí, y gratis, la vacuna de los de Omaña, casi todos centenarios, que básicamente consiste en sopicas y buen vino, un pito de vez en cuando y que les dejen en paz. Se ve que en África, a mayores de estresarse corriendo delante de los leones para que no se los coman o para seguir comiendo subidos a la patera -la prueba es la velocidad de Eto'o en el Barça- por no tener problemas cardiovasculares no les llega ni para tabaco. Otra de las perlas que ha incubado la cumbre de San Marcos es la que dejó engarzada Benedicto García, vocal de la Confederación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer, cuya teoría es que «ataca igual a los de izquierdas que a los de derechas». Con la nueva Ley de la Memoria Histórica en la mano tengo que preguntarle sobre la cuestión un día de estos a Adolfo Suárez, a ver si nos acordanos él y yo. Y otra joya, esta del vicepresidente del Consejo Estatal de Personas Mayores, Luis Martín Pindado, que se ha conjurado para «vigilar que las autonomías implanten la Ley de Dependencia». Eso está bien, pero olvidó decir si la paga él de su bolsillo, Zapatero del suyo, las autonomías o la ronda corre por cuenta de nuestros impuestos. Es importante porque a lo mejor las familias estarían dispuestas a hacerlo a la catalana, estilio Carod y Montilla, cada uno lo suyo y en su casa, Dios en la de todos, aquí paz y después gloria para el abuelico, pero funcionarios e intermediarios no. Finalmente llegó el ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, señor Caldera, a clausurar el magno suceso y propuso, entre grandes aplausos prorrogar la edad de jubilación de los 65 a los 70. Aquí la orquesta del desguace de Trobajo hicimos una pausa, porque sólo faltaba que nos marcara los ritmos el discjochey del Gobierno que toca palillos de oído y que nunca ha dado un palo al agua, según el batería. A los que seguimos en activo nos duele el lomo de tanto apencar los huesos para pagarle a Caldera, Leire y compañía la ronda del otro día en San Marcos. Todo chunda-chunda. Si es por promesas electorales, tararí que te ví.

tracking