Mariano imparte magisterio

«La uva es la clave, la barrica sólo el vehículo. El roble no hace el vino». Con esa afirmación tan metida en razón se confesaba Mariano García ante la muy interesada audiencia leonesa que participó en El Corte Inglés en una memorable cata que puso en las copas a tres de sus grandes creaciones, vinos con nombre propio en el panorama vinícola español y uno de ellos, además, con profunda raíz berciana. De Mariano -sobra el apellido- no necesita presentaciones. Vinculado por su padre a Vega Sicilia, creció entre la viña y la bodega y fue responsable de la elaboración en ésta a partir de la memorable cosecha del 68, excelente en calidad y cantidad y no menos añorada que la del 70. Diez años después (1978, cinco antes de la creación de la DO Ribera el Duero, de la que queda excluida su bodega de Tudela del Duero) da vida al proyecto Mauro, tomando para ello el nombre de su padre, viñedo prestado en un primer momento y la propiedad de una casona del siglo XVI. Implica en él a sus hijos Alberto y Eduardo y entre unos y otros, juntos o por separado, dan vida a Mauro Dos, ya en la DO Toro (su famoso San Román toma el nombre del lugar en el que se ubica la bodega, San Román de Hornija), Aalto, Leda... y Paixar (DO Bierzo), en este caso como consecuencia de su relación personal con Alejandro Luna, de Luna Beberide, pero que en realidad implica a los hijos de ambos, los mencionados Eduardo y Alberto y Alejandro. «Conocí a Alejandro -explicó al catar el Paixar del 2004; antes habían sido sometidos a examen los Mauro 2005 y San Román de la misma añada, y después el Mauro vendimia Seleccionada del 2003- en el año 98. Conocía la mencía de la parte baja pero no la de las zonas más altas, donde se encuentra lo mejor. Por entonces ya andaba por el Bierzo Álvaro Palacios, que acabaría estableciéndose en Corullón. A nosotros nos gustó más Dragonte. Allí hay un mencía distinto. Son viñas que parece que les cuesta crecer y dan lo justo en uva y en hoja; viñas a las que no se debe forzar con abonos ni podas. Y dan un mencía muy versátil que, para mi gusto, debe pasar cuatro o cinco meses por roble francés nuevo y luego entre seis y ocho por americano de poro más fino y segundo uso». La pregunta sobre el futuro de la nueva denominación de origen Tierra de León y su posible implicación era obligada: «Necesita el impulso de una gran marca. Es más importante que la propia certificación. Y no, no voy a estar. Tengo que consolidar lo que he hecho. Pero veo a mis hijos con ganar de hacer muchas cosas. Por ahí, quizá sí...». 1396927554