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Frente al contencioso «al enemigo, ni agua» apuesta por el respeto para «seguir siendo padres»

Un «acuerdo a medida» facilita que cumplan el 93% de parejas separadas

Optar por el recurso de la mediación «civiliza» sobre manera las rupturas de los matrimonios Más de

La polémica de la custodia compartida fue protagonista en Sevila

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Manu Mediavilla - madrid
León

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La mediación ante la ruptura de pareja nunca encontrará mejores promotores que sus propios usuarios. Como Celerino, convencido de que «es la mejor de las soluciones posibles ante un problema», porque «nos ayudó a resolver nuestro conflicto, y los que podíamos tener en el futuro». Como Pilar, satisfecha del «resultado beneficioso» para ambos y del desenlace «sin ganador ni perdedor». O como Miguel, que tras «partir de cero» se sintió «gratificado» con un acuerdo mutuamente asumido que le ha permitido seguir ejerciendo como padre de su hija y «llevarse fenomenal» con su ex esposa. Las estadísticas confirman ese éxito, que se resume en el «93% de cumplimiento» de los pactos alcanzados. Así lo subrayó Trinidad Bernal, presidenta de la Asociación Estatal de Mediadores (AEM), en las Jornadas 2007 de la asociación Atyme (Atención y Mediación a la Familia en Proceso de Cambio), organizadas junto al Centro de Resolución de Conflictos «Ápside» y la propia AEM. La clave de esa enorme eficacia (nueve de cada diez parejas culmina el programa con éxito y la décima con acuerdos parciales) está en el protagonismo que asumen ambas partes cuando acuden voluntariamente a esa vía extrajudicial para, con el apoyo confidencial e imparcial del equipo mediador, negociar cara a cara y desde el respeto mutuo un «pacto a medida» que les permita separarse civilizadamente y seguir ejerciendo de madre y de padre. Comparación favorable Pero aún suenan más contundentes los testimonios comparativos. Como el de Sonia, a quien, en la separación contenciosa de unos amigos, se le quedó grabada una «frase de abogados: 'Al enemigo, ni agua'. Y eso marca; te atrincheras en tu postura» . Nada que ver con el «¿por qué no piensas en lo bueno que hace él?» que le «enseñaron los mediadores», filosofía que reconoce que «me ha cambiado mucho la perspectiva». Y más cuando el resultado final del programa mediador ha sido «una relación muy fluida entre los cuatro --su ex marido y ella tienen nuevas parejas-- y con nuestros hijos», a los que «observa y ve felices» en el nuevo marco de contactos y afectos de esa «especie de megafamilia». El contraste entre las vías mediadora y contenciosa se hace más palpable en el relato de Raquel, que ha vivido ambas en primera persona. Y si la mediación le hizo «darse cuenta de que los tres -la pareja y su hija de seis meses teníamos bastante más que ganar que si nos enfrentábamos», el recurso «a los abogados por una crisis posterior a la separación» la convenció de que este segundo camino no tenía salida. «Tuvimos la oportunidad de comparar -recuerda--, y la bola que habíamos creado se hizo gigante, y casi nos estalla. Así que nos sentamos, dijimos que eso no podía ser, despedimos a los abogados y, sin la figura del mediador pero con su misma filosofía, revisamos nuestro acuerdo previo para adaptarlo a los cuatro años que ya tenía nuestra hija». Los hijos, primero Ni Raquel, que

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