Durante milenios, la acción humana ha sido el principal vector en su modelación
Los bosques serán los grandes herederos del paisaje cantábrico Se está produciendo un incremento de los bosques
Los expertos destacan su importancia en la mitigación del cambio climático
Por sus particulares condiciones climáticas, la Cordillera Cantábrica constituye un lugar privilegiado para el desarrollo de los bosques, aunque en la actualidad dominan los pastos y matorrales debido a la milenaria influencia humana basada en el uso del fuego. A pesar de ello, su gran riqueza en flora, fauna y paisaje han propiciado su inclusión en distintas figuras de protección como Parque (Regional, Nacional), Reserva de la Biosfera, o inclusión en la Red Natura 2000. Profundizar en el análisis de los procesos que han conformado el paisaje actual de la montaña cantábrica, y los que van a determinar su previsible evolución, para protegerlo y gestionarlo de forma racional. Este ha sido el punto de partida del Seminario organizado por la Consejería de Medio Ambiente que, bajo el lema «Evolución del paisaje vegetal y el uso del fuego en la Cordillera Cantábrica» ha reunido en el Centro para la Defensa contra el Fuego, ubicado en la capital leonesa, a cerca de un centenar de ingenieros de montes, profesores universitarios (geógrafos, biólogos, arqueólogos y antropólogos) y técnicos de la administración procedentes de Castilla y León y de otras Comunidades Autónomas, que desarrollan su actividad en el ámbito geográfico de la gestión, conservación e investigación de la Cordillera Cantábrica. Desarrollo La inauguración estuvo presidida por Eduardo Fernández, delegado territorial de la Junta en León, quien indicó que «este encuentro servirá para pasar revista a los aspectos históricos de la montaña y el bosque cantábricos, así como a la situación actual y las perspectivas de futuro para su conservación, ya que sin ambos no se entendería lo que es el norte de las provincias de León, Palencia y Burgos desde el punto de vista paisajístico y forestal». A continuación, intervino Javier Ezquerra, jefe del Servicio de Espacios Naturales y Especies Protegidas, quien repasó la evolución de la montaña cantábrica desde el Holoceno, analizando los estudios más importantes que ponen de manifiesto su evolución en base a claves climáticas, a la dinámica de los sistemas forestales y a la influencia humana en la configuración de las formaciones vegetales. El seminario se estructuró en cuatro bloques: factores ecológicos determinantes de la evolución de los ecosistemas; la evolución de la vegetación en épocas prehistóricas y protohistóricas; el uso del medio forestal a lo largo de la historia y, cambios recientes y previsibles en el paisaje cantábrico. Expertos de la Consejería de Medio Ambiente, de INIA, de las universidades de León, Cantabria, Madrid, Salamanca, Santiago de Compostela y Valladolid, del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo, de Cesefor, o del CSIC, abordaron, entre otros, los regímenes de renovación y procesos de dinámica forestal asociados en la montaña cantábrica, la influencia del fuego en la resilencia en rebollares y brezales, y en los procesos de sustitución y evolución de las formaciones vegetales, los cambios recientes en la estructura de los robledales cantábricos, y la conservación y gestión de los paisajes en el marco de la Red Natura. Jaime Ribalaygua, de la Fundación para la Investigación del Clima, explicó los efectos del cambio climático en el ámbito forestal, recordando la importancia del sector para maximizar su poder mitigador y perpetuarlo en el futuro, su aprovechamiento energético y minimizar la deforestación y los cambios de uso del suelo. Para evaluar los impactos del cambio climático defendió la necesidad de contar con escenarios de adaptación a escala local describiendo cómo se pueden utilizar en la cornisa cantábrica. El seminario se cerró con la ponencia de Mariano Torre, delServicio Territorial de Medio Ambiente de León, que dedicó su intervención a analizar los usos del territorio, su efecto sobre el paisaje y el papel de las actividades forestales a lo largo de los últimos cien años, asegurando que es previsible que el bosque sea el gran heredero del paisaje cantábrico y que las actividades forestales derivadas de la gestión necesaria para la conservación, aprovechamiento, mejora y transformación de los productos derivados del monte tendrán un papel cada vez más importante como fuente de empleo, acaben con la historia de los incendios endémicos y sean una fuerza modeladora esencial de un paisaje de alta calidad. Entre las conclusiones adoptadas destaca que la Montaña Cantábrica encuentra en el paisaje uno de sus recursos más valiosos, cuyo estado actual es consecuencia de una compleja evolución histórica en la que han influido numerosos factores naturales, pero sobre todo antrópicos. La herramienta fundamental utilizada por el hombre desde hace más de 10.000 años para adaptar el paisaje a sus necesidades ha sido el fuego, que ha ido modificando las estructuras vegetales hacia pastizales y matorrales. Hay pruebas claras de una mayor presencia de bosque de pinares tras la última glaciación, que progresivamente fueron sustituyéndose por bosques de frondosas, fundamentalmente robledales y hayedos. El sistema agrario tradicional generó una presión desmesurada sobre el monte por mera necesidad de subsistencia. La crisis del sistema ha supuesto un cambio radical en nuestros paisajes en un margen escaso de tiempo, destacando el incremento de bosques en las últimas décadas, tendencia que se va a mantener. Por otro lado, la proliferación de matorrales y de un arbolado incipiente facilita un aumento de la gravedad de los incendios forestales, que desde finales de la década de 1970 suponen un condicionante para el desarrollo forestal.