Investigadores españoles demuestran en animales cómo se almacena la memoria

Un equipo de investigadores de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla), dirigidos por José María Delgado, ha demostrado en animales vivos cómo se almacena la memoria. Según se afirma desde la citada Universidad, el estudio, que aparece publicado en Journal of Neuroscience, es una continuación del realizado el año pasado por los mismos científicos y que fue destacado por la revista Science como uno de los diez descubrimientos del año. Se recuerda, además, que Ramón y Cajal ya intuía en sus investigaciones que los sitios donde contactan unas células nerviosas con otras, llamados sinapsis, es donde ocurren los cambios en la fisiología cerebral que acompañan los procesos de aprendizaje y memoria. Además, desde la década de 1970 se sabía que esos contactos sinápticos aumentan la potencia o intensidad de sus conexiones, mediante la denominada potenciación a largo plazo. El año pasado, los investigadores demostraron por primera vez estos descubrimientos en animales vivos, superando así los trabajos que hasta entonces sólo se desarrollaban en estudios histológicos o en preparaciones in vitro. Demostraron, asimismo, cómo las sinapsis potencian la intensidad de sus contactos eléctricos durante el proceso del aprendizaje. Sin embargo, mientras que desde hace tres décadas se pensaba que una potenciación en la sinapsis implicaba una mayor capacidad para aprender, los autores del trabajo demostraron que si se induce una potenciación a largo plazo de manera experimental se perturba la potenciación natural que es imposible aprender. El estudio explicaba así por qué las crisis epilépticas o el electrochoque alteran la capacidad de aprender y de recordar. En el nuevo trabajo, han dado un paso más al demostrar la reversibilidad del proceso de potenciación de la sinapsis. Mientras entonces se comprobó que la potenciación experimental de la sinapsis impedía el aprendizaje, con el nuevo trabajo se evidencia que una vez que el proceso de potenciación desaparece (unos diez días), los animales son capaces de aprender y recordar lo que previamente han aprendido. Una contribución del nuevo estudio es que los procesos fisiológicos de memorización no son fáciles de detectar a largo plazo, pues su rastro se pierde para los aparatos de registro, aunque la memoria se mantenga.