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LE ESCRIBÍ una carta a una criatura desconocida que debió nacer el 20, día que titulamos «internacional del Niño» para cumplir con ritos, gestos, símbolos, figurantes y campanazos de madera. La carta se me quedó corta, así que sigo. Atiende, rapaz: Ibas a nacer ese día, pero no sabía dónde, y te advertía que no era igual ser niño aquí que allá, en casa de cuna o en cuna sin casa, en Grecia o en Bangladesh... Esos derechos del niño que nuestros guajes han leído estos días en sus escuelas, son derechos sordomudos para buena parte de la infancia, niños que no nacen para ser personas libres, sino para continuar los negocios en que andamos y las guerras que preparamos. Seguirán las huellas de sus padres, repetirán los papeles que asignen los suyos, su sitio, su privilegio o su miseria, de forma, querido pequeñajo, que habrás podido nacer africanamente jodido, asiáticamente sometido, americanamente boyante, europeamente decadente o australianamente pedo y metido en un barril de cerveza con cuarenta grados a la sombra. ¿Dónde habrás nacido? He de saberlo para poder mandarte esta carta. Lo más probable, por estadística, es que nacieras en una familia de vida al día, con final de mes a mediados o en familia pobre o podre. También hay en esta vida un buen cupo de gente de miseria total, pueblos desgraciados y zonas malditas donde volcanes o tifones siempre tienen su cupo de carne a mano. ¿Dónde habrás nacido?... Si todos los niños que nacen traen un pan bajo el brazo, quiero suponer que tú traías un petisúis. Me tranquilizaría. Eso quiere decir que has nacido en lugar donde ha sido conjurada la pobreza y los frigoríficos se preñan cada poco. Pero también inquieta suponer que, naciendo en nación próspera y entre gentes ricas, hayas podido caer en muy diferentes posturas o familias, pues habrás sido de pueblo o de ciudad, vasco, manchego, cazurro o gaditano, de la calle Alcalá o de periferia emigrante, de chabola o a salto de mata. Los sitios marcan; muchas veces determinan. Como niño rico tendrás caprichos, pero no todos tus derechos. Como niño pobre, ni caprichos ni derechos. ¿Y qué será de tí dentro de veinte años?... ¿Nos llegará entonces la marea climática a la barriga?... ¿Tendrás sitio, empleo, aburrimiento... o una pistola?