Gente de aquí
Un virtuoso en los fogones
El jefe de cocina del restaurante del Guggenheim, el leonés Josean Martínez Alija, es ya El cocinero del año, según la guía « Lo Mejor de la Gastronomía», y uno de los de mayor proyección mundial
Su carrera aparece ligada a los fogones y a la figura de Martín Berasategui, su mentor. Josean Martínez Alija, jefe de cocina del restaurante del museo Guggenheim, nació en León hace 29 años, tiempo suficiente para forjarse un nombre entre los autores culinarios más respetados del país y, porqué no decirlo, también del mundo. La cocina para él no tiene secretos y si los hay siempre encuentra una receta capaz de descender por el paladar con la misma suavidad de una caricia. Pese a esto, su humildad contrasta con sus creaciones, platos fundidos junto a obras contemporáneas que son símbolo de vanguardia, como la comida elaborada por este joven chef, uno de los de mayor proyección mundial, tanto por su edad como por su formación. Una opinión compartida por los entendidos culinarios, quienes le otorgaron en el 2000 el primer premio en el Campeonato de España de Alta Cocina para personas menores de treinta años. Ahora, la guía Lo Mejor de la Gastronomía reconoce de nuevo su trayectoria y le nombra «El cocinero del año», un galardón merecido para alguien que no tiene reparo en declarar que no sabe nada y que le queda todo por aprender. Una sabiduría entendida para empaparse de todo lo que le rodea, algo que dice mucho de este leonés, culpable de una cocina que él mismo define como minimalista y de producto. Alija es un virtuoso con las manos y su concepción de la profesión que ocupa no entiende de fronteras. No en vano su ingrediente estrella es el cariño y la sensibilidad y aporta entusiamo cada vez que se encuentra ante los fogones, posición a la que se enfrenta igual que lo hace un escritor ante un folio en blanco, con imaginación, pero sin renunciar a su bagaje, para dejar un sello de calidad sin parangón. La propia guía Lo Mejor de la Gastronomía asegura que en el 2007 ha habido dos creaciones verdaderamente geniales: los primaverales guisantes crudos a la parrilla sobre yema de huevo encebollada con matices de vainilla, que constituyen la mayor exaltación de la mejor materia prima a la que el artista ha aportado dulce fantasía; y los alucinantes y supergelatinosos noquis de cebolla roja y cayena con caldo de chipirones y mini calabacines, receta en que convierte la nada en gloria. Pero en este camino, sólo la tutela de Alija es capaz de orquestar una atracción difícilmente rechazable, incluso para aquellos que tienen un gusto carente de sensibilidad.