Diario de León
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CARLOS G. REIGOSA
León

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¿SE PUEDE SER de izquierdas y criticar al presidente venezolano Hugo Chávez? Les hago esta pregunta con frecuencia a mis amigos intelectuales de izquierdas, que guardan silencio ante las maniobras del caudillo venezolano, derrotado el domingo, como si fuesen observadores extraterrestres de una realidad ajena a su espacio y a su dimensión. Prefiero a los que descaradamente se lanzan en su defensa. Con estos al menos es posible alzarse sobre las lápidas y debatir con claridad, e incluso entenderse. Personalmente, jamás he atacado la política social de Hugo Chávez, porque en ese terreno tal vez la derecha americana no puede darle lecciones. Mis temores, y por consiguiente mis críticas, han ido y siguen yendo por otro lado. Dijo Álvaro Cunqueiro de don Ramón María del Valle-Inclán: «Era de los que para hacer justicia, se ponen de la parte de la libertad primeramente». Pues bien, creo que aquí está la clave. Primero hay que estar de parte de la libertad, y Hugo Chávez, para hacer justicia, ha elegido convertirse democráticamente en un dictadorzuelo liberticida. En este punto he apoyado todas mis críticas contra él, porque me parece una cuestión esencial. No se puede volver a la pregunta «libertad, para qué?» como excusa para demolerla. Ya sabemos a donde conducen esos caminos en los que se habla de justicia mientras se procede a erradicar las libertades. En consecuencia, creo que se puede ser de izquierdas y condenar los abusos de Chávez. Es más, creo que se puede y se debe. El intelectual francés de izquierdas Bernard-Henri Lévy, que no es santo de mi devoción, ha tenido el valor de hacerlo, pero la inmensa mayoría prefieren hablar de Irak, Darfur, Chechenia o las Quimbambas. Todo menos pronunciarse sobre ese totalitario que se dice de izquierdas. El domingo le pararon los pies en su país. Quería una reforma constitucional que le asegurase por tiempo indefinido su poder absoluto. Los venezolanos han dicho no. Es una buena noticia para todos los demócratas, sobre todo para los de izquierdas. El buen camino en América Latina lo está señalando la democracia chilena con una socialista al frente, y el Perú de Alan García, y el Brasil de Lula. Nunca los excesos de Chávez.

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