Diario de León

LITURGIA DOMINICAL

El Reino está cerca y se acerca

Publicado por
JUAN CARLOS FERNÁNDEZ MENES
León

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EL EV ANGELIO nos presenta la figura de Juan Bautista, típica del Adviento como una enérgica llamada a preparar el camino del Señor y de su Reino. Los elementos que hallamos hoy son sobre todo su llamada a la conversión (a la renovación) por un motivo muy real: hay una posibilidad de más vida, más justicia, más amor (es lo que significa «está cerca el Reino de Dios»). Es necesario preparar el camino del Señor (anhelar su venida, creer en ella, eliminar obstáculos, trabajar por su Reino). La austeridad de vida de Juan es un testimonio de que es preciso tomárselo en serio (desde la comodidad no se hace nada). Y no es suficiente el simple cumplimiento ritual, exterior (es la severa crítica a «fariseos y saduceos»). Hay que «dar el fruto que pide la conversión». Será la ocasión para preguntarnos todos: ¿qué debemos hacer? Un fruto que sea trigo y no paja. Pero que no depende únicamente de nuestro esfuerzo: hay con nosotros Aquel «que puede más», que nos ha bautizado -nos ha llenado- con su Espíritu y su fuego renovador, transformador. La venida de Cristo es portadora de esperanza y salvación. Pero también es juicio y discernimiento. Si se nos dice que nos bautizará con fuego y Espíritu, es porque viene a cambiar algo, a transformar nuestras actitudes. Las imágenes son claras: el hacha ya está apuntando a la base de los árboles inútiles. O sea, el Adviento y la Navidad, con ser la fiesta de la venida salvadora de Dios, es a la vez una llamada a que tomemos en serio esta venida y le hagamos sitio en nuestro proyecto de vida. Pero ¿cómo lo realiza? ¿Por qué, si él ya está aquí, si él ya ha venido a vivir entre nosotros en esta tierra, aún tenemos que ver y padecer el mal, el dolor, la división, dentro de cada uno de nosotros y en el mundo entero? Como respuesta a estas preguntas estaría, me parece, una nueva enseñanza que podemos obtener de la celebración de este domingo. La primera enseñanza era la invitación que nos hace Isaías a soñar, a esperar este mundo lleno de paz y justicia. La segunda es darnos cuenta de que esto no está todavía realizado y que la venida de Jesús, del Mesías, es una nueva invitación, pero esta vez a trabajar, a seguir el camino que él siguió. Es decir, mientras esperamos el día en que la bondad de Dios llenará a todos, para siempre, de la vida plena de su Reino. Se trata, pues, de soñar y de trabajar. De esperar y de luchar. Se trata, como decía Juan Bautista en el evangelio, de convertirse. Y se trata, como decía luego a los fariseos y saduceos, de dar el fruto que pide la conversión, consistente en el esfuerzo por aportar lo que cada uno sea capaz para hacer realidad, humildemente, ese mundo distinto. Dios está cerca, lo que supone para nosotros una inmensa alegría. Para que el Reino de Dios llegue, necesita un ambiente y unas circunstancias adecuadas. Debemos preparar el Reino de Dios en dos niveles: personal y social, interno y externo. Es la necesidad de la conversión.

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