Diario de León

| Reportaje | Hijos de la ira |

La infancia maltratada

Miles de niños crecen en un entorno familiar violento, testigos de abusos y agresiones a sus madres o víctimas directas del maltrato, sin que se conozca la dimensión del problema

Imagen de la concentración de la asociación «Los lunes sin sol» contra la violencia machista

Imagen de la concentración de la asociación «Los lunes sin sol» contra la violencia machista

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Ana Salamanca - madrid
León

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Son olvidados, invisibles, coinciden expertos consultados. No aparecen en las estadísticas de víctimas de violencia de género y no siempre se notifica a los servicios de protección o a la Fiscalía la situación de los niños y niñas involucrados en esos casos. «No se les acompaña en el proceso judicial, ni se les escucha en la toma de decisiones que les afectan», denuncia Save the Children. Pero en 2007 más de 30 menores quedaron huérfanos de madre, y siete de ellos presenciaron el asesinato a manos de su progenitor, según informaciones publicadas sobre 70 mujeres muertas este año. Además, al menos otros cuatro pequeños, menores de dos años, murieron en La Nucía (Alicante), Madrid, Torrejón de Ardoz (Madrid) y Reus (Tarragona) por agresiones de maltratadores, en ocasiones para hacer daño a su pareja. Las muertes y las denuncias son llamativas, «pero sólo un pequeño porcentaje de la realidad», dijo el psicólogo Alex Araujo, de la Fundació Institut de Reinserció Social (IRES), que lleva a cabo en Cataluña programas de atención a hombres que maltratan y a menores afectados por violencia familiar y de género. Ausencia de disciplina La realidad es que los niños sufren la mala relación entre los progenitores, reciben maltrato psicológico o castigos muy severos, disciplina autoritaria y otras veces ausencia de disciplina. Y hay un riesgo de que después reproduzcan los comportamientos machistas, la llamada «transmisión generacional», alertan psicólogos y educadores sociales. Diversos estudios evidencian que estos niños y adolescentes sufren inestabilidad emocional, ira, problemas de sueño, depresión, agresividad, sentimiento de culpa,... y la práctica totalidad de las madres tiene dificultad para educarles y poner límites. Y a largo plazo, según Ángeles Sepúlveda, experta en violencia de Amuvi, que desarrolla en Andalucía un programa de asistencia psicológica a menores y orientación a sus madres, «altas probabilidades de que los hijos varones desarrollen pautas violentas y las hijas mayor vulnerabilidad a sufrir malos tratos de su pareja». «Se crea un círculo de violencia que puede perpetuarse durante generaciones», explica. Maltratadores maltratados Una estadística del Ires sobre más de 500 adultos atendidos en el Servicio de Atención a Hombres que Maltratan, señala que un 60% había pasado experiencias similares en la infancia. En su servicio de atención a menores, por el que han pasado más de 200 niños y adolescentes, hay chavales que repiten esos comportamientos contra la madre y expresan rabia contra ella por haber sostenido esa relación de agresión», indica Alex Araujo. «Mientras está el enemigo, madre e hijo están aliados. Cuando desaparece -agrega-, la conflictividad aflora entre ambos y a las madres les cuesta poner los límites, como si supusiera volver a agredirle». Hay que convencerlas de que su hijo «necesita que le pongan un 'no', y eso es cuidarle». Hay adolescentes en los que el machismo es más sutil en sus relaciones. «Vienen con discursos como 'tengo que proteger a mi novia', 'no me gusta esa ropa tan corta'...», que son señales de alarma, »porque las están privando de poder hacer lo que ellas quieran«, añade el psicólogo del Ires. En las chicas se da el patrón de elemento pasivo, el de mejor me callo, porque si le provoco va a ser peor. Y en los más pequeños, confusión respecto al rol de género o la orientación sexual.

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