Adelantados

EL VIGOR de un pueblo está en lo que hace tanto como en lo que piensa, aunque haya también quien piensa poco y, muchas veces, quien no tiene siquiera modo de expresarlo (y aunque el pensar siga teniendo riesgos; recuerda: «de cada diez españoles, uno piensa y nueve embisten»). Los pueblos que andan entre imprentas urdiendo modos de que sea pública su voz siempre me revelaron ganas de vivir y de proyectarse. La Bañeza es el caso. Tiene entidad la ciudad porque sus gentes no quisieron renunciar a su personalidad propia quedándose sin voz y siendo tributarios de otros. Habla mucho también de su personalidad la necesidad de no dejarse asimilar o emsombrecer, en este caso, por la ciudad curial con la que históricamente ha tenido que rivalizar, la Astúrica episcopal. «El Adelanto Bañezano» es una de las expresiones más decididas de la personalidad de la villa riberana, rasgo felizmente terco de su identidad. Ha resistido a los tiempos que fueron devorando tantos medios informativos comarcales, viejas prensas provinciales que se desangraron en lo efímero o en los volátiles intereses particulares. Se sostuvo El Adelanto entre avatares. Sin imponerse alardes ni objetivos desmedidos, ha demostrado la cualidad y el premio del humilde resistente: los bañezanos tienen voz. Ahora El Adelanto estrena etapa. Se renueva y vigoriza. De la mano de Tista al timón y contando en su consejo editorial con el fervor y luces de gentes de pro como Colinas o Carnicero, no cabe duda de que es gran promesa lo que late y que sus páginas serán un nuevo estrado del pensar de la ciudad, de los sueños de sus gentes y su participación o intervención en los intereses del común. No es riesgo ni fantasía augurar una nueva etapa de dilatado futuro y de estimulante intensidad. Qué bien. Y qué revelador es que suceda en una ciudad de histórica vocación por la voz, la letra y las imprentas, realidad en la que siempre se me aparece la figura imprenteril, ajetreada y reportera de Cruz Cabo, cuya vida también está enhebrada a El Adelanto. Latido bañezano. Ya me decía Joaquín Díaz que buena parte de las octavillas y pasquines que vendían los ciegos cantores o relatores por las esquinas de España salían de La Bañeza. Vaya, pues, aquí la enhorabuena en esta nueva etapa. Me caen bien los adelantados.