Cerrar

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Navidad, tiempo de recuerdos

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

Creado:

Actualizado:

A PROPÓSITO he dejado transcurrir días y días para no romper la cuajada sangre del recuerdo. Porque la Navidad, con su parafernalia teológica, con sus pesebrismos y sus angeologías, con su descartado laicismo de vino y turrón, lo que hace en verdad es convertir una fecha verdaderamente histórica, sensible y conmovedora, en un sarao de vino y cánticos vulgares. La Navidad ha venido y ya sabemos para qué ha sido: Por lo regular, para cubrir días de duelos y de recuerdos con los andrajos de la púrpura consumista y comercial. Algunas gentes, aún se mantienen dentro de las cúpulas sagradas de la costumbre heredada de abuelos y madres absolutamente creyentes y practicantes, que se acercan a ermitas donde se cuidan los textos tradicionales y las gestuaciones histéricas¿ Hubo un tiempo, todavía inscrito en los anales vigentes, en que estas fechas se celebraban humanamente, incluso convirtiendo al Niño en Hombre para resolver nuestros errores y pecados. Pecar sin embargo se ha convertido en una costumbre y la sociedad está formada por infinidad de pecadores, nunca arrepentidos, que pecan porque es ya un dato de modernidad. Y cuando se piensa en el pecado, quiere referirse el cronista a la subversión de la formación ética, a la solidaridad con los hombres de buena y de mala voluntad, con aquellos de nuestros prójimos que convienen en establecerse en un mundo verdaderamente digno de vivirse, sin caer en trampas tendidas por los mercaderes de la culpa, por los gladiadores de la trampa y la sorpresa. En estos días se estableció en algunos lugares la costumbre de recordar a los muertos amantes, a los niños llevados por el viento y el hambre, a la mujer maltratada y perdida. Es tiempo para rememoraciones que nos permitan ser más hombres lúcidos y generosos, y no para ensayar carnavales sacros, con camionetas de barrio, borrachos y de sentimientos abrasados. Beber y comer y cantar y retorcer la conciencia para que esta no se nos subleve y nos permita la indiferencia cómplice ante un mundo poblado de gentes alevosas y encanalladas¿ La Navidad como la primavera ha venido así, pero la mayor parte de los gozadores de sus alternativas festivas, se pregunta, ¿Para qué? Si no es para recordar a nuestros muertos a nuestros familiares a nuestros prójimos necesitados, podemos asegurar que la Navidad no es sino un tiempo para la perversión de la especie humana. Y no es que a nosotros se nos proponga la idea de anular la conmemoración tal como lo venimos haciendo, no, sino que pensamos, creemos que la Navidad, con toda la fama ralla los fervores y devociones esto puede ser una ocasión para la consagración del hombre como ser útil y necesario en la sociedad y no es un activista del parrón, del botellón, o de la jarana. Son o debieran ser para que los afortunados que viven bien y en gracia se acuerden de los que han caído en las redes de la justicia y de la injusticia¿ Cuando los vahos del vino o del champán, según clase de personaje, se disipan, nos enteramos de que en España, existen cerca de cien mil seres humanos en cárceles que no por modélicas son menos tenebrosas, y por campos de pólvora y muerte traidora, se extienden millares de soldados cuya misión no es elevar las consignas de la paz, sino deshacerse de enemigos creados casi siempre por intereses que no son los que afectan a la sociedad sino los que sirven a algunos manipuladores para dominar. Cada día muere un niño por enfermedad sin posible remedio y por hambre. Millones de seres humanos son abatidos a tiros por quienes a lo mejor, para servir a la contradicción criminal, al mismo tiempo que bombardean un poblado y destruyen centenares de vidas, en un rato de ocio, dediquen sus tiempos en celebrar la Navidad¿ ¡Y eso sí que clama el cielo!