En la década de 1980 se vieron afectadas siete millones de hectáreas de quince países
Las masas forestales centroeuropeas sufren decadencia y debilitamiento
Se trata de una compleja enfermedad que se relaciona con la contaminación atmosférica
En varios países de Europa central, especialmente en Alemania, se registra desde hace más de treinta años un proceso de decadencia y debilitamiento de las masas forestales. Para muchos científicos se trata de una compleja enfermedad debida a una forma de tensión acumulativa provocada por la contaminación érica (lluvia ácida, dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno, déficit de ozono). El fenómeno fue bautizado como (muerte o decadencia de los bosques) siendo sus principales síntomas pérdida de vigor, decoloración y caída prematura de las hojas, senectud temprana, pérdida de raíces y, por último, la muerte del árbol al no poder hacer frente a heladas o enfermedades. Según se recoge enun artículo que publica la revista Consumer, sólo en la década de 1980 se vieron afectados por este problema más de siete millones de hectáreas de bosques en quince países europeos. Un estudio realizado en Alemania en 1985 constató que cerca de la mitad de sus árboles mostraban síntomas de decadencia en diferentes grados de gravedad. Otros países, como República Checa, Eslovaquia, Grecia, Gran Bretaña o Francia, así como en zonas de América del Norte, también engrosaron la lista de afectados. Para tratar de poner freno a esta degeneración de los recursos forestales, las autoridades comunitarias crearon en 1987 la Red Europea de Seguimiento de Daños en los Bosques. En varios países centroeuropeos se incrementó el presupuesto para investigar y combatir este fenómeno y en Alemania, además, se implantó un sistema de gestión forestal sostenible y natural conocido como Dauerwald. Se basa en pensar en la continuidad de los bosques a largo plazo y no en la rentabilidad inmediata, tratándoles como organismos que sólo pueden expresar su vigor y productividad si todas sus partes están sanas. Entre las medidas que se llevan a cabo está la prohibición de realizar desmontes, la reducción del uso de productos químicos, la utilización de tecnologías de bajo impacto y la regeneración natural de las masas forestales irregulares, preferentemente por especies autóctonas. De esta forma, se consiguen bosques productivos, rentables, ambientalmente estables y biológicamente diversos. Más investigación Sin embargo, todos los científicos no están de acuerdo con la teoría Waldsterben. El botánico Otto Kandler, de la Universidad Ludwig-Maximilian (Munich), asegura que los síntomas considerados específicos de este nuevo fenómeno no han evolucionado al mismo tiempo, detectándose alternancias de incremento de los daños en bosques y recuperación independiente en diferentes especies y regiones e incluso entre árboles del mismo bosque. Tampoco se ha podido detectar una correlación espacio-tiempo entre los daños a los nuevos bosques y la contaminación del aire, y las investigaciones realizadas en los años siguientes a la detección del problema han apuntado una mejoría general del estado de conservación de la masa forestal. Además, la Red Europea de Seguimiento de Daños constató una ligera recuperación a mediados de la década de 1990, aunque la degradación ha vuelto a crecer con el nuevo siglo hasta el punto de incluir en la clasificación de daños a más del 20% de los árboles estudiados. Según Kandler, el concepto de Waldsterben no sirve como teoría científica para explicar los problemas de los ecosistemas forestales, por lo que es necesario continuar investigando todos los síntomas, especies y lugares.