Diario de León

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EL CALENDARIO es una lotería que este año acaba en ocho y puede rimar con lo que quieras: tocomocho, gocho, pocho, tocho... mala rima, pues no caben aquí ni amorochos, saludochos, trabajochos, florochos o graciochos... Le barruntan no sé cuántas calamidades a este año que entró balcuceando entre nieblas, homilías con anatema, dineros miedosos que bajan del ático del ladrillazo al sótano de la caja oscura y un ruido de precios que se suben al guindo para no caer y que serán venablo electoral hasta aburrirnos con escandaleras y calderillas. Se le acusa a este año de antemano de ser bisiesto y, además, de caer en marzo su Semana Santa, cosa que de antaño el resabio popular teme mucho llamándolo «pascuas marciales», esto es, augurio de desgracias y barrunte de fatalidades, así que el dosmilocho han querido traerlo a este mundo con dos sopechas (lo bisiesto y lo guerrero) bajo el brazo y no con una hogaza, que el pan ha subido de precio. Lo cierto es, sin embargo, que de un año a otro, así seguidos, nunca hubo especial diferencia. Nadie se engañe. Se parecen tanto, que la vida nunca camina a la velocidad que deseamos o se espera, así que «la vida sigue igual» y, si lo dices cantando, parece que duele menos. Del siete todos hablan bien y, mira por dónde, también el refranero castizo tiene su terrible sentencia: «Año en siete, deja España y vete». Algún gracioso le hubiera arrimado piadosamente la sentencia al rey, pues el año vencido se le arrimó a la Corona con avatares y abolladuras, mecheros y correbailes, así que más que horribilis, pudo ser un annus tocapelotíbilis. Y hablando de annus, recibo una felicitación desde Lexington, Kentucky, y como allí los ordenatas todavía no tienen la eñe, no me sonó nada bien que me escupiera la pantalla un «feliz ano», que suena a lo que dice y es, aunque también tengo un amigo bastante bruto que se acoge al juego del palabreo y a todiós le espeta estos días su cantinela: «Feliz ano nuevo... y digo ano, porque siendo bastante probable que en todos estos meses alguien o algo te dé por la reversa rompiendo esfínteres, al menos tendrás uno nuevo de repuesto, así que no hay mejor deseo que ofrecerte». Y le reímos la gracia porque es puñeteramente posible que en año electoral nos la metan doblada.

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