Diario de León

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AHORA los tíos se besan, nos besamos, y no está mal el gesto. Cuando es entre familia, la cosa es vieja ley que ya ni se cumplía, pues el primo ya crecido lo toma a vergüenza por parecerle melindre o mariconería retirando el jeto y alargando la mano como políticamente tiesa... ¿qué pasa, chaval?... Darle la mano a un pariente cercano es esparto que convierte un gesto del corazón en trámite administrativo. Sin embargo, ese mismo primo le planta dos besos al colega entrañable o al amigote que festeja el encuentro porque ahora se lleva el ósculo masculino como modernidad en estas sequedades ibéricas. Pero los franceses varones siguieron besándose entre ellos sin tener que ser parientes (y los rusos, hasta con cuatro mejillazos... o directamente en los morros, si hay franqueza o amistad... o si hay pedo exultante, como me ocurrió una vez con el coreógrafo del Kirov de Leningrado a la puerta del Hostial de San Marcos... y tuve que contenerme la arcada porque aquello sabía a cenicero encharcado con güisqui). Zapatero pilló un beso de Sarkozy y los columnistas de púlpito les hubieran metido en la misma cama (que es más que una cohabitation parlamentaire ), si no anduviera por medio la languidez culebrona de la Crala Bruni... y Sonsoles con la rebaja o una escoba. A Rajoy no debió gustarle tanta pasión entre estadistas que militan en distinta internacional (lo de Zapatero con ese francés derechón de intempestivos amores es lo mismo que lo de Aznar con Tony Blair, aunque no se besaran ni cuando se emboscaban en Doñana, por si el lince). Seguro que un puntín de envidia le asaltó a don Mariano al pensar que él debía ser el destinatario natural del chic to chic de mesié le presidán, como perfectamente podría asegurar el agitador Federico de la Copular, la radio en celo, donde Maricomplejines es la prima donna de sus insultos... y Zapatero su telonero. A Rajoy, además, le indican los suyos en la web del pepé que debería cambiar look, quitarse gafas y usar lentillas, pelar la barba, apearse algo de corbatas, usar polos y ropa de sport, modernizar el himno con más kilowatio y decibelio, convocar famosos para su telón electoral, hacer deporte con cámaras delante y... ¡atenta la compañía!, brindar algún gesto de simpatía a los gais, que también nutren sus filas... ¡ay, madre!, que al final el líder va a pillar beso.

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