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Las imágenes vía satélite, clave en elestudio de los incendios forestales
Un equipo de la Universidad generó mapas del riesgo de incendios según la pendiente del terreno, la cantidad de biomasa vegetal, las horas de sol y la distancia al camino más cercano
A lo largo de las últimas décadas los incendios forestales han ganado protagonismo en la sociedad y es frecuente ver como todos los veranos los fuegos más graves ocupan las portadas de la prensa escrita y los informativos de radio y televisión. Los daños causados por estos eventos son muy cuantiosos y comprenden importantes pérdidas económicas, e incluso de vidas humanas, como ocurrió en Galicia y Guadalajara en 2005. Además, se destruyen ecosistemas que albergan valiosas especies vegetales y animales. Es obvio, por tanto, que los incendios son un problema ambiental de importancia, y más en aquellas zonas donde son más frecuentes como el noroeste peninsular. Más aun, cuando las zonas afectadas por fuegos recurrentes son espacios naturales, entonces parece indiscutible la necesidad de conocer a fondo todos los procesos y circunstancias que rodean a estos sucesos. Por ello, el trabajo que aquí se resume comprende tres zonas con estas características: el Espacio Natural de la Sierra de Ancares en León, el Parque Natural del Lago de Sanabria y Alrededores (Zamora) y el Parque Natural de Arribes de Duero (Salamanca y Zamora). La correspondiente Tesis Doctoral ha sido elaborada por Francisco Javier Lozano Llanos bajo la dirección de los doctores Estanislao de Luis Calabuig y Susana Suárez Seoane en el Área de Ecología de la Universidad de León. Con el fin de luchar contra los incendios forestales tradicionalmente se han utilizado dos armas: mejorar la extinción de los mismos y llevar a cabo medidas preventivas. Ambas son actividades altamente costosas, tanto en sentido económico como de capital humano. Curiosamente, a pesar de ello, son relativamente recientes los esfuerzos por definir con exactitud las zonas que han sido afectadas por el fuego, en otras palabras, elaborar mapas de las zonas quemadas. Esta información es clave para poder conocer las características de las zonas que se queman, y por tanto para poder estimar el riesgo de que ocurran incendios, y para poder diseñar de manera más óptima las medidas que favorecen la recuperación de las zonas afectadas. Existen en la actualidad técnicas y fuentes de datos que permiten abordar la identificación de zonas quemadas de manera casi automática. Una de esas fuentes son las imágenes de satélite, que son cada vez más utilizadas en diversos ámbitos: como ejemplo, todos los días se muestrean imágenes del satélite Meteosat en la previsión del tiempo de los noticiarios. Existen gran cantidad de satélites que observan la superficie de la tierra y multitud de iniciativas para incorporar esa información para mejorar la gestión del medio ambiente. Mapas del fuego En esa línea, la tesis que aquí se presenta se ha centrado en el estudio de los incendios mediante el uso de imágenes de satélite y otras fuentes de información cartográfica, es decir, mapas sobre topografía, precipitación, infraestructuras y otras variables relacionadas con la historia de fuego. En concreto, se abordó la identificación de zonas quemadas, la elaboración de mapas de riesgo de incendios y el estudio de la recuperación de la vegetación tras los incendios. El primer paso fue generar mapas de las zonas quemadas año a año en el periodo comprendido entre 1992 y 2002. Las imágenes del satélite LANDSAT permitieron identificar esas zonas con una alta fiabilidad. Además, al utilizarse métodos computerizados, es posible automatizar el proceso y podría aplicarse a zonas más extensas como la provincia de León o toda la región de Castilla y León. Los incendios fueron muy frecuentes en las zonas de Ancares y Sanabria, existiendo zonas que ardieron hasta cuatro veces en diez años, mientras que Arribes de Duero la situación fue menos grave. La conjunción de una primavera lluviosa con un verano seco parece ser la situación más propicia para que ocurran incendios. A partir de la información digital disponible desde la Administraciones, que es cada vez mayor en cantidad y calidad, de las imágenes de satélite antes utilizadas y de los mapas de zonas quemadas que se crearon en la primera fase se obtuvieron nuevos productos. El primero de ellos se refiere a la probabilidad de que ocurran incendios. Mediante este producto se pueden abordar dos asuntos de gran interés: la definición, año a año, de aquellas zonas más problemáticas y la identificación de las variables de que depende que una cierta zona se vea afectada por el fuego. Para ello es necesario utilizar técnicas estadísticas que permiten manejar grandes cantidades de información y extraer aquellos aspectos concretos de interés. Como resultado de esta fase del estudio se generaron mapas anuales del riesgo de incendios y se identificó a la pendiente del terreno, a la cantidad de biomasa vegetal, a la cantidad anual de horas de sol y a la distancia al camino más cercano como los aspectos que más marcan el riesgo. Una vez identificadas las zonas quemadas y estudiado el riesgo de incendios, se evaluó la recuperación de la vegetación tras el fuego. Recuperación de la superficie Un mejor conocimiento de la relación entre estas variables y el proceso de recuperación y de cómo evolucionan con el paso del tiempo las comunidades vegetales tras el incendio mejora la capacidad de diseño de medidas que luchen contra los efectos del fuego. En concreto, se estudiaron las comunidades de brezal, un tipo de vegetación muy común en las zonas montañosas del N.O. de España que frecuentemente son afectadas por los incendios. Se pudo observar como estas zonas se recuperan muy rápidamente debido a que están adaptadas a este tipo de eventos. De esta manera, se establece un proceso según el cual el fuego, lejos de perjudicar a esta comunidad, beneficia su permanencia. Esto tiene importantes connotaciones para la disminución de la biodiversidad de las zonas afectadas. Según estos resultados, parece recomendable llevar a cabo quemas controladas en aquellas zonas donde existan comunidades de brezal incendiadas recurrentemente, permitiendo así defender del fuego otros ecosistemas mediante la generación de cortafuegos que detengan el avance del fuego y mejoren la accesibilidad de esas zonas a los equipos de extinción. Además, se observó que la capacidad de recuperación de la vegetación está muy relacionada con el tipo de vegetación preexistente y el régimen de lluvias posterior a la ocurrencia del incendio. En resumen, en este proyecto doctoral se han utilizado información digital derivada de imágenes de satélite y de otras fuentes cartográficas para mejorar el conocimiento espacial del fuego y sus consecuencias en tres espacios protegidos del Oeste de Castilla y León. Los resultados son prometedores, lo que sugiere la necesidad de trasponer las técnicas utilizadas a la gestión real de las zonas afectadas, estableciendo un vínculo entre la investigación y la lucha contra los incendios en el ámbito local y regional. En otras palabras, es deseable que los frutos de las inversiones en I+D sean incorporados en los procedimientos de la gestión ambiental. Así, se están elaborando en la actualidad en este grupo de investigación otras tesis doctorales que se basan en el uso de las imágenes de satélite y pretenden estudiar el cambio en la vegetación y en los usos del suelo, temas de gran interés para las políticas de ordenación del territorio.