La mortalidad infantil en el mundo baja por primera vez de los diez millones

La botella puede verse medio llena o medio vacía. Si se aprecia llena es porque la propia Unicef ve motivos para el «optimismo» en el descenso de un 23% de la mortalidad infantil desde 1990 y en los avances registrados incluso en los países más pobres. Pese a ello, y ahí sigue medio vacía, cada día mueren en el mundo 27.000 pequeños menores de cinco años de hambre, de neumonía, de diarrea... de pobreza. Es el cuadro con claroscuros que pinta la agencia de Naciones Unidas para la infancia en su informe anual, dedicado en 2008 a la «Supervivencia infantil». Los datos de 2006, últimos oficiales, certifican un hito relevante. Por primera vez el saldo anual de defunciones bajó de los diez millones (9,7 millones), la mitad de los 20 millones que se registraron en 1960. La mejoría de estas décadas en alimentación y salud «permiten ser optimistas», recalca en el informe Ann M. Veneman, directora ejecutiva de Unicef. Las estadísticas también. Desde 1999 creció en un 50% la administración de al menos una dosis de suplementos de vitamina A entre los niños de cinco años. Hasta 2005 las muertes infantiles por sarampión bajaron un 60% en el mundo y un 75% en el África subsahariana gracias a la extensión de la vacuna. A ello se suman otros datos positivos, como la implantación de la lactancia materna, de las terapias para evitar las transmisión del sida de madre a hijo en el momento del parto y del uso de mosquiteras con insecticida como freno a la malaria, entre otras estrategias de éxito. Afecciones banales El reverso oscuro de la realidad es que África subsahariana, sur y sudeste de Asia, y ciertas áreas de Latinoamérica, entierran aún a demasiados niños por afecciones banales y evitables, más del 80% de los que mueren en todo el mundo antes de cumplir los cinco años. La neumonía, primera causa de muerte infantil, se lleva a casi el 20%, unos dos millones; más que el sida, el paludismo y las muertes por traumatismos, juntos. La diarrea mata a otro 17% aún hoy, debido a la falta de salubridad y de redes de saneamiento del agua. El tercer «asesino» es el paludismo o malaria, causante del 8% de las muertes, seguido del sarampión (4%) y el sida (3%). El hambre y la desnutrición son el trasfondo de estos males y del 50% de las muertes, según cálculos de Unicef. Objetivos del Milenio Entre pros y contras, el informe subraya que desde 1990 61 países han rebajado a la mitad o incluso más sus índices de mortalidad, incluidos algunos de los países menos desarrollados del mundo, caso de Maldivas, Timor Oriental, Bután, Nepal, Blngladesh, Eritrea, Haití, Mozambique, Etiopía o Bolivia, entre otros. En muchos de ellos, el cuarto de los Objetivos del Milenio (ODM) -reducir en dos terceras partes la mortalidad infantil para 2015- está «al alcance de la mano». Los peor situados hacia esa meta son, sin embargo, los de Oriente Medio, sur de Asia y todo el continente africano. En términos globales, cumplir con el ODM 4 «es posible, aunque el desafío es formidable», recuerda Unicef. Implica bajar de esos 9,7 millones de pequeños muertos en 2006 a menos de 5 millones en 2015. «Exigirá mucha voluntad política, recursos y estrategias adecuadas por parte de la comunidad internacional y a una escala sin precedentes», subrayó Consuelo Crespo, presidenta de Unicef España. Cuidado de las madres La prevención y la atención integral debe llegar antes a las madres, que son la primera trinchera para salvaguardar la salud de sus hijos. En el tercer mundo, evitar embarazos adolescentes y garantizar a las niñas una educación son armas eficaces contra la mortalidad infantil. Los niños nacidos de madres adolescentes tienen cinco veces más riesgo de morir que los hijos de madres adultas, capaces de procurar mejores cuidados neonatales. El 40% de los menores mueren antes de cumplir el primer mes de vida. Los países del Norte, el mundo rico, «no puede aceptar una situación como ésta», recalcó la secretaria de Estado de Cooperación Internacional, Leire Pajín. En 2007 España aportó 37 millones de euros a Unicef como prueba de su compromiso. La infancia es prioritaria y apostar por su supervivencia es una cuestión de ética y de lógica económica, recordó. El capital humano es el primer factor de desarrollo de cualquier país y son necesarias alianzas internacionales para avanzar hacia los Objetivos del Milenio. Si no se cumplen en el plazo previsto, la comunidad internacional «merecería -dijo- una moción de censura».