Diario de León

En la vista, un conductor exige 20.000 euros a los padres del menor al que causó la muerte

«Cómo se puede ser tan sinvergüenza»

El demandante reclama una cifra millonaria por los daños causados a su coche, un vehículo con el que atropelló al joven Enaitz Iriondo frente al camping d

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J. I. Gasco - logroño
León

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El Juzgado número 1 de Haro (La Rioja) celebrará este miércoles la vista oral de un caso que tiene como acusados a los padres de un joven vasco de 17 años que perdió la vida en un accidente de tráfico ocurrido el verano de 2004 en Castañares de Rioja. El menor, que iba en bicicleta, fue arrollado por el conductor de un Audi A-8 que ahora exige a la familia el pago de cerca de 20.000 euros por los desperfectos que el impacto causó a su vehículo. El trágico accidente que ha dado origen a esta insólita situación ocurrió la noche del 26 de agosto. Enaitz Iriondo, vecino de Durango, volvía en bicicleta al camping donde se encontraba de vacaciones junto a sus padres, tras haber pasado la tarde con la pandilla de amigos. El joven -«por precaución», según explicó su madre- cubrió el trayecto entre el pueblo y el camping circulando por un camino de tierra que discurre en paralelo a la LR-111. Al final de este camino rural, Enaitz tenía que respetar un stop antes de acceder a la vía principal, con el fin de atravesarla y encaminarse hacia el camping. Según el informe de la Guardia Civil, el joven ciclista no respetó el stop y fue arrollado por un coche de alta gama que circulaba a 113 kilómetros por hora por una carretera donde el límite de velocidad estaba fijado en 90. El vehículo llevaba desactivado el sistema de frenada ABS, y el conductor presentaba una tasa de 0,15 miligramos de alcohol por litro de aire espirado (por debajo de los 0,25 miligramos permitidos). Los padres del joven Enaitz cuentan que escucharon el golpe desde el interior del camping. Cuando fueron al lugar del accidente para ver lo que había pasado encontraron el cuerpo de su hijo en un lamentable estado y ya sin vida. Sobreseído El caso pasó de manos del Juzgado de Haro, que apenas un mes después emitió el auto en el que se decretaba el sobreseimiento del mismo después de que «las actuaciones practicadas acreditaran que el hecho denunciado no revistiese caracteres de infracción criminal». Cada una de las partes asumió su culpa y las respectivas compañías de seguros llegaron a un acuerdo que no contempló los daños del vehículo. La repentina muerte de Enaitz fue un mazazo que dejó a sus padres «completamente hundidos». Año y medio después del suceso, cuando la vida de la familia Iriondo comenzaba a recomponerse, llegó a su domicilio una célula de emplazamiento proveniente del Juzgado de Haro. En él les notificaba a los padres del joven fallecido su obligación de comparecer como demandados en un juicio. El denunciante era el conductor del Audi, Tomás Delgado, un vecino de Santo Domingo de la Calzada, de 43 años de edad, que les reclamaba 19.952,28 euros por los daños ocasionados en su vehículo. En concreto, lo que el hombre exige son 10.053,01 euros por los materiales y piezas empleados en la reparación del Audi. Esta cifra se desglosa en los conceptos siguientes: 797,48 euros por la pintura, 1.177,34 por la mano de obra, 1.924,45 en concepto de IVA, y otros 6.000 euros más por los gastos de sustitución del coche accidentado por otro durante el tiempo que el primero estuvo en el taller. A través del escrito de demanda redactado por un abogado de Zaragoza, el conductor solicita a la juez que «se declare al menor Enaitz Iriondo como causante de los daños» y a sus padres «responsables y, por tanto, obligados al abono del importe de la reparación». Se solicita además que la familia del joven corra íntegramente con los gastos derivados del proceso judicial, incluidos los honorarios del letrado acusador. Los padres de Enaitz aseguran que no se explican «como alguien puede ser tan sinvergüenza como para hacer algo así». En cualquier caso están dispuestos a defenderse en los Juzgados y aseguran haber recopilado durante los últimos meses pruebas suficientes para demostrar que el accidente no fue culpa exclusiva del joven ciclista.

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