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CRÉMER CONTRA CRÉMER

¿Con un pan bajo el brazo?

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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TODO EL ORBE CATÓLICO Y ANABAPTISTA se conmovió cuando la prensa de todo el orbe anunció que serían distinguidos especialmente todos los niños que decidieran nacer el día primero del nuevo año de 2008, que por cierto se ofrece tan abultado de presentimientos que muchos de los niños recién aportados y de los padres de los mismos niños, y las madres sin padres y los hijos sin madre, me echaron a llorar y la generosa oferta, a la que se unieron todos los gobiernos del mercado común, fue acogida como si de pronto hubieran aparecido manantiales de petróleo en todos los pueblos en aprietos. Y de pueblo en pueblo, se corrió la voz de que todos los gobiernos, absolutamente todos, ofrecerían a cada madre y a cada padre una subvención por su colaboración en el acrecentamiento de la nómina humana. No un pan bajo el brazo, como se decía cuando el pan costaba apenas quince céntimos de pesetas, sino una tahona es la que se necesitaría para satisfacer y dominar la presión de los precios, tan en alza que como se desprendieran de sus ataduras, se quebrarían en mil pedazos contra el sufrido suelo de los humildes, que son, dígase lo que se quiera, los que de verdad van a resultar víctimas del engaño. Porque de pan bajo el brazo, nada, ni pan ni agua, ni luz, ni gas, ni nada llegará a estar, al nivel humano, y aquel que tenga hambre y sed se verá en el duro trance de echarse la calle, demandando de la caridad pública un pedazo de pan y un sorbo de agua. Y se cerrarán las gasolineras por imposibilidad económica de soportar los precios que los árabes impondrán al oro negro con que se mueven los automóviles. Y como de fuera vendrán los que bueno te harán, seremos invadidos por tanzanos, chadianos, somalíes, marroquíes, senegaleses y demás gentes de imposible vida. Y se nos llenará la casa de humo y acabaremos todos los acogidos a las filantrópicas medidas de la España misionera ahumados hasta los huesos. Se nos pedirá un día y otro día, una noche y otra noche, que para no suscitar más alarmas en el cuerpo social, paguemos y callemos porque por la boca muere el barbo y nosotros estamos inscritos entre las víctimas de urgencia. Y es lo que se dice el noventa y ocho por ciento de los españolitos madre nos guarde Dios, ¿qué podemos hacer, sino alarmar al vecino contagiándole de nuestra alarma si las cosas se precipitan en el pozo negro de la carestía? ¿A quién podemos acudir en demando de auxilio ante la amenaza de morir en la refriega?... Se impone para este año de temores, recoger nuestra lista de gastos y suprimir aquellos que podamos, sin riesgo de morir en el camino, como por ejemplo, espaciar la fea costumbre de tomar un cafelito cuando la necesidad aprieta o adquirir un libro o acudir a una representación teatral o formar parte de un grupo de música. Practicaremos la política económica del chocolate del loro como argumento económico y al que Dios se lo anuncie la asamblea de los obispos se lo bendiga¿ No es para tomar a broma lo que nos amenaza, y muchos menos las disposiciones de la autoridad competente para que no disparemos las alarmas. Porque no cabe conformarse con morir de pie si las hambres se precipitan sobre nosotros. Ni es posible aceptar en estas circunstancias económicas a que nos están llevando los vientos negros (por no declarar de dónde nos vienen los males) la perpretación de parir niños para el cielo o para el Líbano. Porque una familia con hijos es un desastre anunciado y como un castigo de la Divina Providencia por habernos dejado engañar por aquellos que bien puestos sobre el machito, aconsejan a los que no tienen machito ni fuerzas para cabalgar, que no alarmemos al personal, y que si las cosas se precipitan que es una barbaridad cojamos la manta y nos vayamos con los Cambises, que se decía cuando lo de la guerra de Cuba¿ Porque lo del cafetito a ochenta céntimos se acabó, compañero del alma y los niños, con la hogaza bajo el brazo, mueren en el parto.

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