Interruptus

FITUREANDO, fitureando... y los huevos del balcón colgando, allí donde las golondrinas se solapan de alero y guipan la vida desde su furaco. Andamos con el turismo en objetivo, aunque no se sabe si a cuestas o a rastras. Cuento... y no es cuento: decidieron el domingo unos amigos escarcearse por ahí en escapada soleada de domingo fresco y, pitipiti, encararon las bercianías cruzando lo maragato de a hecho; a El Acebo llegaron y cafetearon la parada; preguntaron: ¿podremos ver la Herrería, estará abierta?; pues claro; y allá fueron; pero la joya de Compludo estaba cerrada, nadie atendía y de allí salía rebotado un grupo de siete vallisoletanos que expresamente habían excursionado para ver el monumento. Vaya. Los de Pucela pillaron un buen rebote con decepción airada (y nuestros paisanos, su reburdie), porque la herrería que dicen visigótica (menos lobos cargados de siglos) es solemnemente predicada y vendida en la folletería turística que esparcimos por ferias y fitures para crear una curiosidad y espectación que pueden fácilmente tornarse en un coitus interruptus de gran mosqueo y, lo que es peor, convirtiendo en quintacolumnistas a los turistas frustrados que preedicarán después en sus lugares de origen que no se venga a estos andurriales tan llenos de malas sorpresas (lo que llamamos información turística casi siempre es propaganda, exaltación y colorín bien fotografiado que esconde al viajero lo feo de la circunstancia que hay al lado de cada monumento o la desatención y el fiasco). Pues nada, se dijeron, vayamos a Peñalba cruzando montes y laderas pindias que engatillan el esfínter. En Espinoso, que escapa de guías, se sorprendieron con la guapura fósil de su conjunto y la amabilidad conversada de su gente. Pero, llegados a Peñalba, también su joya monumental de mozarabía arquitecta estaba cerrada. Vaya; otra vez. Pues entonces, otro pitipiti y vayamos a ver la iglesia de San Pedro de Montes. Ostitú, también allí la puerta clausurada. ¿La llave? La tiene el reverendo. ¿Y el turismo?... que no madrugue ni venga en fiesta, coño. ¿Cuántos de los que nos visitan volverían a hacerlo?... Que les pregunten. En materia turística se miente mucho. Los que hemos hecho guías, los primeros. Y los políticos, por norma.