El hambre

«UN HOMBRE hambriento no es libre». Así decía el político americano Adlai Stevenson en un discurso pronunciado en 1952 en Kasson (Minnesota). Hemos convertido la libertad en el máximo ideal para la persona y para cualquier grupo social. Pero con demasiada frecuencia pensamos en la libertad propia. Nuestra preocupación social alcanza sólo a lo que se ha empezado a llamar las microsociedades. Ya no nos importa la humanidad, ni siquiera un continente o la nación a la que pertenecemos. Nuestra preocupación es aldeana. O tal vez sea todavía más estrecho el último anillo. Nos preocupamos sólo de nosotros mismos. Si nosotros hemos logrado ser libres -sin exagerar- ¿por qué habríamos de preguntarnos si son libres los demás? Pues bien, el hambre es una de las formas más dramáticas de servidumbre. Un hombre hambriento no es libre para pensar ni para decidir. Ya San Basilio describía la tragedia de este azote: «De las humanas calamidades, el hambre es la principal, y la más miserable de las muertes es, sin duda, morir de hambre. En los demás géneros de muerte, o la punta de la espada trae un rápido fin o el furor del fuego extingue en unos instantes la vida, o los dientes de la fiera, desgarrando los miembros principales, no consienten que la tortura se prolongue por mucho tiempo. Pero el hambre es un mal lento que prolonga el dolor; es una enfermedad de asiento y metida en su madriguera, una muerte presente siempre y que nunca llega». Ante el drama de la muerte, muchas veces tratamos de mirar hacia otra parte. En otras ocasiones nos incluimos con cinismo entre las víctimas, diciendo que también nosotros estamos hambrientos de justicia y de paz, de amor y de comprensión. Pero el hambre física que destroza y mata a las personas hace tiempo que ha sido desterrada de nuestra tierra. La campaña anual promovida por la organización católica Manos Unidas nos invita a pensar en el problema del hambre como metáfora de la pobreza, el subdesarrollo y la inseguridad de millones de personas. A pesar del chirrido alarmante de los índices que señalan un retroceso económico en nuestra propia casa, es preciso que nos asomemos a mirar por encima de nuestros bardales para descubrir lo que ocurre en la tierra de los otros. Y después de ver habrá que hacer algo. Estas palabras no son de un obispo. Las pronunciaba Plácido Domingo en una entrevista publicada en La Vanguardia en 1995. «Según el modelo expuesto en la parábola del buen Samaritano, la caridad cristiana es ante todo y simplemente la respuesta a una necesidad inmediata en una determinada situación: los hambrientos han de ser saciados, los desnudos vestidos, los enfermos atendidos para que se recuperen y los prisioneros visitados». Así escribía Benedicto XVI en su primera encíclica, Dios es amor. Allí mismo añadía que la tarea de la caridad ha de acompañar a la labor de la justicia. Todos los días: Exposición «De ayer a hoy. El anuncio de la Buena Noticia» (Palat del Rey León) Día 9, sábado: Cursillo Profesores de Religión (Seminario, León, 10 h.) Eucaristía Manos Unidas (PP. Agustinos, León 20 h.). Preside el Sr. Obispo Día 10: Domingo I de Cuaresma. Campaña contra el Hambre Eucaristía Manos Unidas (Catedral, Astorga, 12 h.). Preside el Sr. Obispo Reunión de Coordinadora de Apostolado Seglar (Seminario, Astorga) Día 11, lunes: Nuestra Sra. de Lourdes. Jornada Mundial del Enfermo Comienzan Charlas Cuaresmales diocesanas (PP. Agustinos, León, 20 h.). Hasta el día 16 Formación Permanente del Clero (Seminario, León, 11 h.) Comienzan cursillos prematrimoniales (Ponferrada, Astorga, hasta el día 15; y La Anunciación, León, hasta el día 21) Día 12, martes Conferencia de Manos Unidas contra el Hambre (Auditorio Á. Barja, León, 20 h.) Día 13, miércoles: Retiro de Zona Astorga (Seminario, Astorga, 11 h.). Dirige el Sr. Obispo Día 14, jueves: Santos Cirilo y Metodio, co-patronos de Europa Día 15, viernes: Día de abstinencia Formación de animadores de Vida Ascendente (La Anunciación, León, 17 h.)