CORNADA DE LOBO
Morfotipos
TREPIDAN los días con noticias a la brasa envueltas en papel de colorines con lacito de promesa: ahí van quinientos millones de árboles en sólo cuatro años (Rajoy se presentó como brigada forestal con gorra y todo llevando al hombro un azadón que le va a hacer falta; pero tendrá que ayudarle Cañete a ir haciendo hoyos aunque se palpe la cintura y quiera escaquearse bañándose en sudores con sólo pensarlo), contrato moral para inmigrantes y expulsión para el refractario o quien delinca (pues tendría que firmar también otro contrato de no menor rigor cada político y el que trinque o la cague, no a la calle, sino fuera de España; el destierro es procedente en muchos casos; restablézcase, como en la murga carnavalona con que atorraba el viejo republicano: «La infanta doña Eulalia se tapaba el tipití con una dalia; la infanta doña Isabel se tapaba el tipití con un clavel. Moraleja: hay que echar de España a las infantas por el mal uso que hacen de las plantas»). Pero más pintoresca parece la definición oficial de los tipos que dibujan básicamente a las españolas tras el estudio realizado en el que han medido perímetros, volumetrías y lorzas: «españolita que vienes al mundo te guarde Dios, uno de tres morfotipos ha de helarte el corazón»... Cilindro, diábolo o campana... o sea, los de joven, mujer gestante o entradita en años, respectivamente. Por la calle, sin embargo, vemos más de tres (trescientos, tres mil), pues entre las que dicen mujer-cilindro caben desde la juncal y poste a la cilindrona, de la pitillo o tubo a la bidón y tonelete. Entre las diábolo (diabolo, sin acento, llamábamos a ese juego y a los balines de escopeta de feria) las hay peonzas, perdigonas, diablas o torneadas de curva peligrosa como las gachises pecadoras de antes. Y, finalmente, en el estreotipo de la mujer-campana también hay grados, pues cabe la campanilla tan de piterpán o la «froilana» que está en la torre de la catedral apabullando con su voz de bronce y su circunferencia; y las hay campaneras, de nalga en pera... y está la mujer repera, repera, reperona. Los morfotipos son indicadores para la industria del ropaje, bien, pero no serán nombres que una mujer asuma eligiendo sus trapos, ni nadie se las imagina diciendo al dependiente ¿tienen blusas y faldas para una mujer tan campana como yo?...