CORNADA DE LOBO
Pedro Botero
TAMBIÉN me gustaría saber por qué al demonio jefe de calderas le llamaron Pedro, aunque confío en que ser tocayo reporte sus ventajas ahora que la doctrina vaticana vuelve a abrir las puertas de un Infierno que Wojtyla había entornado, si no cerrado, al afirmar que lo infernal está en cada uno de nosotros y en la ausencia de Dios, no en un Averno de altos hornos que un cardenal húngaro hacía coincidir físicamente debajo mismo de la Rusia soviética, atea y comecuras. «El Infierno existe -Ratzinger dixit- y no está vacío», cosa que consuela, pues la soledad es el peor de los infiernos. En la existencia de las calderas de Pedro Botero con su fuego eterno, su llanto y su crujir de dientes coinciden este Papa y aquel Sartre del existencialismo fané que escribió rotundo «el infierno son los otros». Uno lo pone allá y el otro aquí, así que suponiendo que ambos tengan razón, jodiditos vamos. Si esta vida es un infierno y la otra también, ¿qué podemos hacer entonces?... ¿rebozarnos en la coña, el puñal, la estafa y el pecado para cuando nos quien lo bailado?... Procede. El Infierno no lo inventó el cristianismo. Se copió. Ya lo habían pintado las religiones anteriores y las teogonías asiáticas que tanto marcaron la mística humana de toda su área de influencia. Jesús no habla de él, aunque el diablo exista y le tiente. El Infierno lo fueron armando y decorando quienes vinieron detrás administrando dogmas y muchas veces espadas (que en vano mandó envainar el Maestro), gentes de mucho hablar, distinguir, porfiar o imponer... tanto, que si todo lo que Jesús tuvo que decir cabe en un librito de cuatro evangelios similares, ellos creyeron tan incompleto el mensaje, que no ya no pararían jamás de escribir librotes, tratados, summas theologicas, cánones, catecismos, códigos y bibliotecas gigantescas donde se cuenta todo lo que, al parecer, se le olvidó decir imperdonablemente a Jesús el rabí nazareno, y eso que se esforzó en poner las cosas muy claras y hasta en parábolas para que las entendiera el más tonto (y sólo las discutieran los listos). El Infierno vende, inspira miedo, pavor (díselo a Friker Jiménez). ¿Por qué hacen del temor doctrina cuando el amor es el mensaje? ¿No dijo la de Ávila, Teresa de Cepeda: «ni me mueve el Infierno tan temido para dejar por eso de quererte»?...