Diario de León
Publicado por
JULIA NAVARRO
León

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CADA dos minutos vemos en la televisión alguna escena violenta, gratuitamente violenta. La televisión también nos muestra escenas tórridas de sexo a cualquier hora, y se programan dibujos animados en que el lenguaje de sus protagonistas es demoledor amén de mal gusto. Hablo de la tele por no referirme a la violencia y cutrez con que topamos en la vida cotidiana. Por eso resulta insólito que en Inglaterra, los responsables del metro de Londres hayan decidido censurar un bellísimo cuadro de Lucas Cranach el Viejo, pintor que vivió entre 1472 y 1553. La Venus de Cranach lleva una velo transparente en la mano y un collar en el cuello y era la imagen elegida para un cartel anunciando una próxima exposición en la Royal Academy of Arts. Al parecer, alguien ha decidido que la imagen de esta Venus puede resultar ofensiva para los castos ojos de esos millones de ciudadanos que viajan en metro, los mismos castos ciudadanos que sin duda día tras día se sientan delante de la pantalla de la televisión para contemplar todo tipo de escenas abominables. Desde la Royal Academy han dicho a los responsables del Metro que ellos no tienen una versión B de la Venus, vamos que no tienen otro cuadro en que la imagen de la joven aparezca cubierta. A mí, contemplar tanta hipocresía me resulta desazonador. Ahora resulta que hay quienes quieren llevar lo políticamente correcto hasta la frontera de la idiotez, censurando a un cuadro de un pintor de finales del siglo XV porque la Venus del cuadro puede ofender la mirada pudorosa de algunos de los usuarios del metro de la capital británica. Quienes piensan así deberían de ir al psiquiatra con urgencia, y quienes puedan sentirse ofendidos por la imagen de la Venus de Cranach, otro tanto de lo mismo. Vivimos en una sociedad en la que nadie tiembla cuando se desencadena violencia de todo género y al mismo tiempo hay quien se comporta como doncellas pudorosas de otro siglo intentando censurar pinturas como la Venus de Cranach. Un poco de sensatez no les vendría mal a los responsables del metro de Londres; sí, más sensatez y menos hipocresía.

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