El paisanaje
Topillos en el Inem
ACABAN DE llegar las cigüeñas por San Blas, de elegantes, gentiles y altos vuelos, y la Junta anuncia otra campaña a ras de suelo contra los topillos, animalicos que llevan encima una leyenda negra peor aún que la de sus parientes los topos y los ratones de campo, a los que se les reconoce, a pesar de todo, librar al campesino de plagas de insectos, aunque a veces se pasan con las lombrices, que también les airean y fecundan la tierra, mientras ellos con lo de debajo de la boina sólo piensan en las musarañas. Siempre fue así, aunque los ecologistas de Greenpeace insistan en que los grillos se cogen con agua mineral y no meando en el agujero. La prueba es que cuando éramos pequeños salían más grillos. Se dice esto porque la consejera de Agricultura de la Junta, doña Silvia Clemente, cuyo nombre alude a ancestrales orígenes campestres, de bosque para arriba, y el apellido a algo así como a la protectora de animales, paradojas de la vida, ha decidido contratar a 207 técnicos y 503 peones esta primavera para acabar con la plaga de los topillos, ni uno más ni uno menos. A su vez, asegura el PSOE que tal despliegue de efectivos será insuficiente, porque el número de topines en la autonomía no baja de los cien millones, sobre poco más o menos. En total más de 148 equipos de funcionarios lucharán contra una plaga que lo desborda todo y suman 710 nóminas, que, a un mínimo de 18.000 euros arrojan como mínimo la nada despreciable cifra de trece millones de euros al año -mal número- eso sin contar con el coste de la estricnina, o como le llamen ahora al veneno, y el esfuerzo de los agricultores que tienen que apencar con ponerla. No iba a hacerlo el veterinario, que para eso es funcionario y se pringa en el campo lo justo cuando hay buen tiempo, no llueve o no cena con furtivos. Avisan los biólogos y los ingenieros agrónomos de que la plaga de topillos, una vez despierta del letargo invernal, que este año ha sido una siesta, podría multiplicarse exponencialmente. Para entendernos los de pueblo, son roedores, y tal que ellos, los ratones normales y el desaparecido dramaturgo Alfonso Paso, de alias la Coneja , porque paría una obra cada mes, a las tres o cuatro semanas traen al mundo ratonines que se multiplican otra vez sucesivamente porque promiscuidad es lo que les sobra. Pocos salen como Zerolo, de lo cual uno no sabe deducir si la madre naturaleza es tan sabia o no como dicen. Lo de los topillos es una pasada, lo mismo que las soluciones de la Junta, con funcionarios fumigando a toda pastilla y arrasando rastrojeras y presupuestos a mansalva en una táctica de tierra quemada que recuerda a la última guerra mundial. También se pasan de rosca los ecologistas y los cazadores cuando dicen que el veneno contra los ratonines es una bomba atómica contra el medio ambiente, hombre no será para tanto, reivindicando métodos más ecológicos, unos por lo Greenpeace y otros a escopetazo limpio. Calculando lo que cuestan los setecientos y pico funcionarios de la Junta en sueldos, los ecologistas en subvenciones a fondo perdido y los cazadores a plomo, a servidor se le ocurren, por lo barato en neuronas, algunas ideas que se exponen a continuación. A saber, para acabar con los cien millones de topillos censados por el PSOE se podría soltar un millón de gatos del PP, los cuales, una vez que entren en celo y se multipliquen, algunos son del Opus o de Rouco, deberán ser espantados convenientemente con una reala de lebreles de la UPA de Matías Llorente o de la UPL de Abel Pardo para restablecer el equilibrio del sistema político-ecológico frenando a las mayorías absolutas. Lo mismo da galgos que podencos y luego todos a la protectora de animales y nosotros al Inem. Entre lo que los economistas llaman ahora nuevos yacimientos de empleo figuraba el cuidado de los viejos antes de yacer definitivamente, los puestos de trabajo del Inteco y de la Ciudad de la Energía de Ponferrada, que van también camino de la tercera edad, y los de Biomédica del ex alcalde y ahora candidato del PP, señor Morano Masa, desahuciados hace tiempo. Así que sea bien recibida la noticia de que la Junta va a crear ciento y la madre que los parió de brigadas de funcionarios para luchar contra la plaga de los topillos, aunque, plaga por plaga, servidor calcula que va a salir más costosa la de los brigadistas. El topín va por ahí, se coloca donde puede en el ayuntamiento que le pilla más a mano, pero sin nómina, y al final cuando quieren acabar con él termina convirtiéndose, si bien muy a su pesar, en un contribuyente más para que vivan otros a cuenta suya, y muy bien, total por unos granos de maíz o centeno. Esto es una ratonera. Pero de impuestos.