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YA NO fornican como antes los perros en las ciudades. Ni se ve hoy. Ir atado es lo que tiene, así que desapareció el perro callejero, el perraco vagabundo o rabiado, la perra de barrio que todo lo olisqueaba y no estaba en la nómina de nadie ni dentro de un collar, perros moros y mil leches que achusmaban a distancia la inquina de los laceros municipales y doblaban la esquina de su libertad... tan pispos en su instinto de resistentes y oportunistas. A la reciente moda entre homosexuales (o no) de ir a descampados, afueras y andurriales para perrear una monta u olisquear culos lo llamaron hace unos años los ingleses «dogging», como un gerundio de dog pero sin fray, algo así como hacer el perro y quilar por la cara en un «si te he visto, no me acuerdo» (hacer el canelo es algo parecido, pero en tonto). En España la moda tiene ahora otro nombre y lo llaman también en inglés cruissing , cruzándose. Un programa de la tele lo predicó el otro día como si se tratara de una novedosa novedad novísima y viene a ser lo mismo que ese dogging que en español lo llaman «cancaneo» (¿de hacer el can?), esto es, pulular por zonas alejadas, alrededores, parques abiertos, aparcamientos, carrefures o áreas de descanso de autopista y contactar (encontrarse al azar, cruzarse) con desconocidos para tener un entente o arrimarse el material sin establecer relación o compromiso alguno. Como además se han publicado guías de estos parajes en los que se cita el personal por internet, pues mola la cosa entre el colectivo y crece por el morbo que da, lo clandestino que parece y el riesgo altísimo que implica de pillar miasma o bicho, tiña o sida, cosa que excita mucho y tienta a temerarios y suicidas. El reportaje presentaba esto como un gran descubrimiento, algo inédito, cuando resulta que es más antiguo entre nosotros que las orillas del río. En tiempos de cárcel y persecución a los homosexuales, no había otro modo de contactar que descampados, jardines oscuros, urinarios de estación, futbolines, o sea, como ahora, pero con otro morbo añadido de tener guardias detrás del intento. ¿No se hacía aquí hace treinta años en Papalaguinda (a palpar la guinda)? ¿No se decía en Valladolid desde la postguerra «vamos a arrimar el culo a Filipinos y no sacamos unos duros»?... Es viejo el cancaneo...