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EL CARBÓN hizo ricos a muchos, jornaleros a unos cuantos miles y desguazando valles no hubo otro igual. Ahora estas minas son un tercio de lo que fueron y, poco a poco, prólogo de una tumba abierta excavada a cielo abierto para que duerma en paz estéril el sueño roblano, lacianiego, bembibrés o faberense, sueño pintado de oro color antracita que se tornó en purpurina desconchada de torretas abandonadas y naves desportilladas. Sanseacabó se celebrará al siguiente día de santa Bárbara, patrona de artilleros y furacadores. Los finales del carbón tienen profetas y planes. Pero la paradoja la exhiben explotaciones y labores -como las que ahora se abordan ocupando fincas en cuatrocientas hectáreas de Cabrillanes y Quintanilla de Babia- que se fían a once años vista, así que parece que la minería no muere del todo, aun demostrándose hoy que la cosa tiende más al expolio apresurado y fácil del cielo abierto que a la explotación duradera de galería subterránea y más poblada de empleo. Las minas de Sabero las cerraron porque aseguraban entonces que sus reservas languidecían o estaban agotadas. Mentira. Fue cortina de humo de una hoguera que alguien quería apagar para encender otros candiles. Allí hay carbón todavía; mucho (Domingo López lo demuestra porque tiene radiografiadas aquellas entrañas); y aquellos mineros de la liquidación reconversora que se las prometieron felices con las indemnizaciones y cuentos alternativos de lechera aloriada lloran hoy la muerte del valle donde hasta el aire tiene artrosis. Volverá el carbón, aseguran los que aún sueñan con aplazar su muerte, pero tiene un futuro crudo, no obstante, porque es carbón de quemar y atufa la atmósfera de un monóxido que hay que recortar para que otros sectores industriales sigan pedorreando al aire y gozando del cupo que asigne el protocolo de Kioto (Koíto, decía el mejicano Fox). Avanzará la técnica y podrá quemarse sin sacarlo del yacimiento, o extraerán del carbón derivados, vinilos y plásticos, como del petróleo, o grasas comestibles, margarinas. Pero para entonces, el carbón sólo se extraerá eludiendo costes de interior, cerrando mina vieja y rompiendo montañas para pescarlo no con mineros, sino con redes de arrastre, de a hecho, con un «aquí te pillo, aquí desguazo».