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Publicado por
JULIA NAVARRO
León

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A MÍ me gusta votar en positivo, es más, me parece que lo sano desde el punto de vista democrático es votar con ilusión a un partido porque crees en su programa y en sus dirigentes. Por eso me molesta sobremanera que tanto PSOE como PP lleven toda la campaña pidiendo el voto para que no gane el otro, intentando meter el miedo en el cuerpo si gana su adversario. Desde el PSOE no dejan de intentar amilanar al personal con el «¡que viene la derecha!» y desde el PP se augura todo tipo de desgracias si después del 9 de marzo continúa gobernando el PSOE. O sea, que ambos partidos no deben de andar muy sobrados de confianza en sus propias bondades ya que el gran argumento que esgrimen es la desgracia de que gobierne el otro. Y así llevan meses, desde que empezó la precampaña. Y quizá, cuando termine ésta campaña electoral, los partidos deberían de reflexionar sobre la duración de las campañas. Oficialmente, la campaña empezó hace unos días, pero la realidad es que la campaña empezó el pasado mes de septiembre a la vuelta de las vacaciones de verano. En este tiempo, los ciudadanos hemos asistido atónitos a esa subasta que se han traído entre manos socialistas y populares ofreciendo de todo si les damos el voto, y anunciando todo tipo de catástrofes si no se lo damos. Tengo la impresión de que a Rodríguez Zapatero le viene costando mover de su abstención a muchos ciudadanos que eran votantes socialistas y que, después de estos cuatro años de gobierno, han llegado a la conclusión de que no confían en el líder del PSOE. De la misma manera que Mariano Rajoy, por más esfuerzos que hace por aparecer como un centrista moderado, difícilmente va a convencer al electorado centrista de que lo es después de cuatro años viendo a Ángel Acebes y a Eduardo Zaplana, con José María Aznar al fondo, haciendo una posición extremista. Puede que los debates televisivos lleven votos al bando de uno o de otro, no lo sé, pero lo deseable es que quienes vayan a votar lo hagan en positivo, no para que no gane el otro. Eso de taparse la nariz para votar es una práctica que se debería de desterrar. Votar es una fiesta de la democracia y una fiesta siempre es algo alegre y esperanzador, no para fastidiar a los contrarios.