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POLÍTICAL chou... y nueces vanas con ruido de pedrada o pedradita. De eso se trataba; en eso quedó. Rajoy-Zapatero se ajustaron a guión. No salieron de lo previsible o consabido. Nada nuevo se dijo allí que no hubieran ya martilleado en la oreja del graderío que esperaba un derby de golazo y mosquilón porque se había calentado el partido en un paroxismo informativo que nos vendió el tal debate como la gran campanada en las alturas de la tensión o intensidad electoral... y resultó que no hubo badajo... ni percusión (ni carne ni pecado , diría Sabina). Nada nuevo hubo o se dijo (porque... «funcionario: dícese de quien jamás hace una cosa por primera vez; el reglamento ante todo, lo primero»; ¿serán funcionarios?). No te salgas del guión, les decían sus segundos en el rincón del cuadrilátero. En la tele triunfan los realitys shows. Tienen de realidad lo que este firmante de arcángel o mecánico de buques, pero la fórmula se copia y se insiste hasta el hartazgo; y paradójicamente les funciona (como a Nerón el panem et circenses -¡viva el circo y los leones!- cada vez que la cagaba en política o buscaba aclamaciones). Está demostrado que la tele puede influir y hasta gobernar el voto tonto y perdido o confirmar el conquistado, así que los jefes de campaña pirulean y cortejan hasta en teles comarcales. La tele es altar; y dios bendito quien se suba a esa peana catódica, apostódica y domana. El espectáculo domina (y domanea) la gobernación de los días; pero lo artificial y la mentira son el alma del espectáculo; no podría ser de otra forma. ¿Cuánto de verdad espontánea y viva hubo en el debate del que aún estamos hablando, analizando, computando, diseccionando, interpretando, valorando, votando, enjuiciando?... Uf. ¿Y quién ganó?... Ah, se trataba de eso. Obsesiva pregunta. ¿Pero se metió algún gol, se marcó alguna propuesta, se supo qué conquistas o derrotas planean; les apretó alguien las tuercas o la pregunta?... No fue periodista quien moderó la cosa, sino cronometrador y dispensador de pleitesía. Admirable. Las teles anunciaban que, conluído el debate, se sabrían «nominaciones» y procentajes. Coñó, ¡debate interactivo!... Llame y vote. Y no regalaron un coche por llamar a un 5555 de milagro. Del Gran Hermano a la Gran Campaña no habrá distancia en breve. Viva la tele, el maqueo y la silicona.